Adolescencia, alcohol y crisis de valores. Psicología infanto juvenil, por Angela Fernández Moya.

LA ADOLESCENCIA es un periodo de Crisis. Es una crisis de identidad, de VALORES, de ideales, también a nivel físico se producen multitud de cambios, en la etapa ADOLESCENTES el cerebro todavía no ha madurado y especialmente la parte prefrontal del cerebro que es la encargada de la toma de decisiones, por lo que podemos decir que los ADOLESCENTES tienen un cerebro todavía inmaduro aunque en esas edades deseen explorar el adulto al que les gustaría llegar a ser y para eso imitan algunos comportamientos adultos como el beber alcohol o fumar para explorar cómo se sienten realizando esas conductas.

En principio la ADOLESCENCIA es el período de exploración por excelencia y debemos de dejarles cierto espacio para que tomen sus propias decisiones, aunque sin llegar a ser demasiado permisivos. Como dice un buen amigo mío llamado Salvador, la adolescencia como su propio nombre indica, no puede hacer otra cosa que adolecer, con todas las consecuencias emocionales que conlleva y es por eso que debemos de acompañar, informar y dialogar con nuestros hijos todo lo que sea necesario para ayudarles en esa etapa tan importante de su vida en la que se encuentran caminando por las arenas movedizas del qué ser.

El alcohol en la adolescencia, va provocando problemas que encadenan consecuencias en forma de una casi infinita espiral; principalmente dificulta el desarrollo cerebral ya que se encuentran en plena época de maduración sináptica y mielinización o proceso a través del cual se facilita la transmisión de impulsos nerviosos e incluso se puede llegar a la muerte cerebral por consumo de alcohol, además afecta a gran variedad de estructuras cerebrales como el Núcleo Accumbens y esto puede producir cambios en el sistema intracelular de sustancias que se llaman segundos mensajeros y que a su vez provocan la activación de diversos genes que activan mecanismos de estimulación para el uso de sustancias. Si nos inyectasen el alcohol en nuestras venas sin nosotros saberlo y experimentásemos algunos de sus efectos como dificultad a la hora de articular el habla, pérdida de coordinación o equilibrio, de forma espontánea nos preocuparíamosbastante y pensaríamos que estamos sufriendo un derrame o una lesión cerebral.

Muchos ADOLESCENTES y también algunos adultos, utilizan el alcohol, como medio de exploración de sus estados emocionales más inconscientes, para dejarse llevar y explorarse a sí mismos disminuyendo la culpabilidad y la responsabilidad de sus actos. Para luego repetir la típica escusa de “iba ciego/a y no me acuerdo”. Es curioso que al hecho del emborrachamiento lo llamemos “ir ciego”.

El objetivo inconsciente del/la alcohólico/a es la pérdida de consciencia, la pérdida de la responsabilidad hacia uno/a mismo/a, anestesiarse, desaparecer y en cierta medida alcanzar la muerte psicológica. Cuando dicen lo de «hoy me quiero emborrachar» lo que en realidad dicen es «quiero dejar de ser consciente de mí mismo/a» lo que en definitiva, refleja dificultades para solucionar ciertos problemas que pueden ser en el caso de los adolescentes, problemas de identidad, de relaciones, bajos resultados académicos, el divorcio de los padres o simplemente carencias para manejar emociones, un bajo nivel de autoestima y/o ausencia de un adecuado autocuidado ya que no deja de ser una lesión que se realizan a ellos/as mismos/as cada fin de semana.

Lo cierto es que el uso del alcohol de forma puntual en sí mismo no tiene por qué llegar a ser altamente perjudicial o negativo, en algunas ocasiones, como casi todo en la vida, puede ser incluso beneficioso si lo utilizamos de forma puntual y responsablemente. Se sabe que una copa de un buen vino, no sólo mejora el riego sanguíneo sino que además es un potente antioxidante, además de un rico acompañante para algunas comidas o una buena conversación.

El problema comienza cuando el propósito no es acompañar una cena, el de explorar un estado emocional en cierta ocasión o vivir una experiencia puntual, sino cuando se convierte en un hábito normalizado a través del cual poder divertirnos y sin el cual no imaginamos pasar un fin de semana con nuestros amigos/as. Convirtiéndolo en un fin y no en un medio.

Un ejemplo sería la canción futbolística «Hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual» al analizarla, nos daremos cuenta de cómo el emborracharse se convierte en un fin a la hora de vivir ciertos eventos, fechas o fiestas; lo que refleja como síntoma social, grandes carencias emocionales y una profunda crisis de objetivos y valores en la vida, la pérdida de la ilusión y la motivación por conseguir resultados a través del trabajo en equipo, la comunicación, la persistencia…

Y es que efectivamente, cada vez que nos emborrachamos, nos provocamos la muerte de neuronas y por tanto una especie de lesión cerebral que si se repite fin de semana tras fin de semana puede llegar a afectar a nuestra capacidad de memoria, provocar cambios en la personalidad, en el estado de ánimo provocando depresiones e incluso puede de forma bastante rápida inducirnos a la adicción o el coma por intoxicación etílica e incluso la muerte.

El alcohol es una de las drogas a las que nuestro cerebro se vuelve adicto más fácilmente y una de las más duras para desengancharse, por lo que no es un tema del que tendríamos que olvidarnos y mirar para otro lado como hacemos en muchas ocasiones cuando vemos a cientos de jóvenes exageradamente borrachos por nuestras calles. Desde mi punto de vista, no es más que un síntoma del modelo de sociedad que entre todos/as vamos construyendo cada día. Una sociedad cortoplacista, con profundos problemas de comunicación a pesar de todas las tecnologías que tenemos, con sentimientos de miedo e inseguridad bastante generalizados, grandes carencias emocionales en un alto porcentaje de la población y largas horas de soledad; además de dificultades para fomentar la creatividad y de proveer a los adolescentes adecuados recursos y redes de apoyo en las que expresar emociones adecuadamente, resolver conflictos y encontrarse a ellos mismos. or otra parte, a los adolescentes se les exigen cada vez mayores requisitos académicos pero menores expectativas para conseguir un trabajo que se ajuste a sus necesidades.

Una sociedad que a través de los hechos no demuestra preocupación real por crear adultos maduros, responsables y felices, sino que simplemente trabaja por seguir manteniendo la ruleta rusa del consumismo, la individualización narcisista y los déficits en la EDUCACIÓN con mayúsculas, que no es lo mismo que aprenderse de memoria la lista de los Reyes godos, sino aprender a reconocer sus talentos, a trabajar en equipo, aprender habilidades asertivas, a escribir una narración adecuadamente, a expresar sus opiniones en público, a manejar sus emociones, técnicas para desarrollar la creatividad y en definitiva todas las habilidades y herramientas que necesitan para poder sobrevivir con dignidad a los tiempos que les esperan, además de por supuesto, otras asignaturas como Inglés, informática, Historia o Filosofía.

El alcoholismo normalmente comienza siendo un síntoma, es decir un efecto producido por otra circunstancia o causa; en muchas ocasiones es un medio a través del cual olvidar o intentar sentirnos mejor o lo que es lo mismo, un efecto de no saber gestionar nuestras emociones adecuadamente, de no saber tolerar la frustración, un medio para intentar superar ciertos miedos o una técnica muy limitante para no pensar en problemas sin resolver. El problema es que rápidamente acaba convirtiéndose en un fin, es decir, ya no se bebe alcohol para olvidar o para hacer amigos, sino simplemente por el hecho de que se necesita beber; al final, se acaba convirtiendo en un problema en sí mismo y poco a poco va acaparando el tiempo y las diferentes áreas de la vida de la persona que lo consume.

Muchos jóvenes se escandalizan al hablar de alcoholemia, cuando sin embargo beben alcohol todos los fines de semana, se sienten ansiosos antes de consumirlo, son dependientes de su consumo para poder divertirse, expresarse ante los demás o sentirse seguros de ellos/as mismo/as en público. Lo que es claramente limitante para su desarrollo mental y psicológico, además de incapacitante ya que los problemas siguen estando después de la resaca y a veces añadiéndose esta dicción, como un nuevo problema más en la lista.

Debemos prestar atención especialmente cuando se comienza a beber a edades muy tempranas como los catorce años, cuando se observa que se comienzan a sobrepasar los límites del fin de semana y se comienza a pensar recurridamente en el hecho de tomar una copa o una cerveza; demás el alcohol puede ser el primer paso para comenzar a usar otras drogas, como cafeína con bebidas energizantes, marihuana o cocaína. Así que si mezclamos todo eso con el cóctel de alta permisividad social, bajo control de impulsos y crisis de identidad, el resultado de ese cóctel suele provocar además otros problemas como embarazos no deseados, agresividad, peleas, intentos de suicidio, accidentes de tráfico, faltas de respeto a otras personas… y un gran abanico de experiencias que una vez que ya hayan ocurrido, de nada servirá emborracharse para tratar de olvidar, ya que habrán marcado la vida de los jóvenes y la de sus familiares.

Qué aspectos debemos observar para saber si alguien a nuestro alrededor tiene problemas con el alcohol o problemas de otro tipo que trata de solucionar a través del alcohol?

  1. Huele a alcohol
  2. Encontramos botellas de alcohol escondidas en su habitación.
  3. Bebe todos los fines de semana
  4. Hace tiempo que no hace otra cosa para divertirse más que beber alcohol
  5. Gasta mucho dinero los fines de semana
  6. Roba dinero en casa o desaparecen artículos de valor, joyas… etc
  7. Suele tener los ojos rojos, brillantes o con las pupilas dilatadas
  8. Falta a clase o no realiza las tareas diarias
  9. Le cuesta levantarse por las mañanas y se levanta con tristeza, cansancio y agresividad emocional
  10. Cada vez que tiene un problema emocional decide emborracharse
  11. Cada vez necesita beber más cantidad de alcohol
  12. Se ha provocado dos o más coma etílicos.
  13. Cuando bebe se desinhibe y tiene conductas agresivas, impulsos sexuales de los que luego se arrepiente, autolesiones, peleas…
  14. Baja motivación, problemas emocionales y síntomas depresivos.
  15. Niega la posibilidad de tener problemas que resultan visibles y altamente reconocibles para el resto de personas.

¿Sólo te sientes capaz de divertirte cuando bebes algo de alcohol?

Es muy posible que tengas problemas que tienen solución, aunque esas solución no la encontrarás nunca a través del alcohol, sino que tan sólo añadirás un nuevo problema llamado ALCOHOLISMO Y DEPENDENCIA lo contrario a libertad y desarrollo personal. Pedir ayuda no es sólo un signo de salud, sino también de valentía de la que a largo plazo te sentirás orgulloso/a. El verdadero rostro del alcohólico no es el que muestran las publicidades torpemente; sino una realidad más autentica: La del sufrimiento humano.

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Ángela Férnandez Moya

Psicóloga y Coach

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