«No son los países lo que me interesan. No me siento de ningún lugar, me siento ser humano. Y de esos hay en cualquier parte»
Carlos Blanco Fadol durante 40 años ha investigado la música como elemento antropológicamente puro de comunicación entre las diversas etnias que ha ido conociendo a través de sus constantes viajes por el mundo, logrando un acercamiento entre los nativos a través de la música que tocaban, lo que le ha permitido investigar y recopilar una gran diversidad de instrumentos musicales étnicos, accediendo, a través de la música, a secretos tradición oral inéditos fruto de la confianza que le dispensaban los diferentes pueblos que ha ido conociendo.
Junto a los trabajos de investigación y recopilación de instrumentos étnicos que ha realizado a lo ancho del mundo para crear el Museo Étnico de la Música, Carlos Blanco Fadol ha creado sus propios instrumentos musicales, entre los que cabe destacar instrumentos didácticos, instrumentos para minusválidos, grandes estructuras sonoras y reproducciones de instrumentos musicales antiguos.
En 2006 se presentó la candidatura de Carlos Blanco Fadol para el premio PRÍNCIPE DE ASTURIAS, en la categoría de Artes, a iniciativa del embajador de Malasia en España Dato Dr. Yusof Ahmad, y en 2009 otra candidatura a los Premios PRINCIPE DE ASTURIAS 2009, a iniciativa de la Embajada y el Ministerio de Cultura de Uruguay.
El museo de la Mùsica Ètnica de su propiedad, con sede en Barranda-Caravaca (Murcia-España), es considerado entre los más importantes del mundo.
Con todo esta mundología y bagaje musical, Carlos Blanco Fadol despertó nuestra curiosidad, y quisimos conocer, de cerca, a un auténtico aventurero con alma de trovador. De modo que GFX fue en su busqueda, y lo que encontramos nos dejó sin palabras, superando nuestras expectativas.
De la puerta de una casa estilo andaluz, blanca y corriente, sale un hombre que no podía contrastar más con el paisaje. El es Carlos Blanco Fadol, y se dedica a ir de lugar en lugar recogiendo, a su paso, instrumentos musicales de todas las culturas posibles. Y no sólo eso: también dirige el Museo Étnico de la Música, un rinconcito de Caravaca de la Cruz con techos altos que terminan en arco y que aloja, en su interior, toda clase de tesoros. Hoy Carlos nos abre las puertas de la que es su casa, y de parte de su colección, para contarnos un poco más de su oficio y, también, de él mismo.
Coleccionar instrumentos del mundo es algo que no se ve todos los días, ¿qué fue lo que te impulsó a hacer lo que haces ahora?
Estaba en primera año de universidad. En ese entonces la universidad estaba en un parque precioso de Uruguay, Montevideo. Y yo escuchaba al profesor y miraba a unos árboles preciosos que había fuera. De repente me di cuenta: los mejores años de mi vida los iba a pasar estudiando. Tenía 18 años y hasta los 26 no empezaría a trabajar de lo mío. Dejé mis estudios, cogí mi guitarra y unos pocos dólares y me fui a recorrer mundo. Imagina cómo se puso mi familia.
Entonces esto empezó como modo de vida, por afán propio más bien, ¿cómo derivó de eso a un museo étnico?
Pues todo comenzó en Valencia. Alguien descubrió que tenía un museo dentro de una casa. Yo ni sabía que era un museo. Ahí empezó todo. Se hizo la primera exposición ahí, en Valencia. La infanta Elena se enteró de este evento y lo recomendó al “V Centenario del Descubrimiento de América”. A raíz de eso empecé a hacer exposiciones por España y América y, de ahí, al resto del mundo. Me he recorrido todo el planeta.
De todos esos países que has visitado ¿hay alguno del que guardes especial recuerdo en el corazón? ¿Uno en el que no te importaría vivir?
Yo no llevo países en el corazón, llevo personas. Para mí, la patria la establecen las personas, los seres humanos, no los límites ni las fronteras. Son obstáculos para el caminante, y yo me considero un caminante. Además, da mucho coraje ver cómo una hormiga o un pájaro puede cruzarlo sin problemas y tú no puedes pasar. No lo puedo entender ¿por qué no puedo seguir caminando si no hay barrera física?
No son los países lo que me interesan. No me siento de ningún lugar, me siento ser humano. Y de esos hay en cualquier parte.
¿Tocas muchos instrumentos?
Muchos. Toco hasta música clásica con piedras(risas). Incluso recuperé dos instrumentos desaparecidos en mis viajes. Los saqué de láminas antiguas del s. XVIII, en Perú y ahora los están tocando otra vez.
Trotamundos, músico… pero eso no es todo. Me han dicho que también eres investigador y que has hecho, además, algún aporte al mundo musical.
He llevado a cabo varias investigaciones, sí. Por ejemplo es curioso, pero en Estados Unidos no existe el tambor. Y nadie se explicaba por qué con la enorme cantidad de esclavos negros que tenía. En otros países de condiciones similares como Venezuela o Perú sí había, pero en el norte no. Mi aporte fue explicar el por qué de este fenómeno que no estaba todavía definido. El motivo fueron los ingleses, que prohibían a los negros tocar el tambor para minarles más la moral y tenerlos más sometidos. Al no tener instrumentos los negros inventaron otra forma de expresarse. Nació entonces el “Gospel” (o música espiritual afroamericana) y el Jazz.
Y en Trinidad y Tobago, que era colonia inglesa, al no tener tambores los negros intentaron hacer música con los bidones, primero golpeándolos con las manos y después con palos. Y al golpearlos con palos se formaron ciertos hoyos que sonaban de forma distinta. Así surgió el “Steel drum” o tambor de acero.
¿Y todo ese conocimiento, toda esa experiencia de tus viajes ha quedado recogido en algún lugar o sólo se puede ver y oír en el museo?
Tengo una enciclopedia, “Instrumentos musicales étnicos del mundo”, que es fruto de un trabajo de cuarenta años de investigación por todo el planeta. Todo lo que aparece en él son instrumentos de mi colección.
Magudi ( Intrumento Indú)
Datos de contacto
Calle Pedrera s/n
30412 Caravaca de la Cruz, Murcia (Murcia)
http://www.murciaturistica.es/es/museos/
Tlf.:+34 968738491
