Durante estas últimas semanas he recibido numerosos post, artículos, podcats, que aluden a los propósitos del nuevo año, a los cambios que nos auguramos para nuestra “nueva vida» y por supuesto, cómo hacerlos realidad y cómo no rendirnos a mitad de camino.
Son muchos los factores que convergen a la hora de ver el vaso medio lleno, son muchas las razones que esgrimimos cuando lo vemos medio vacío, pero al final y en resumen, hay apenas unos pocos factores que son los que nos activan y ponen en marcha, sin detenimiento (que no sin dificultades, que de esas casi siempre hay) que nos permiten y llevan a la consecución de nuestras metas, tan sencillos como difíciles de mantener en el día a día. He ahí el quid de la cuestión:
– motivación
– perseverancia
– metas realistas
– valor.
Son algunos de los aspectos ineludibles en la consecución eficiente del proyecto personal de cualquiera. Pero mantenerlos día a día es complicado, ¿qué es lo que me hará caer?, ¿Qué producirá mi bancarrota emocional y acabará con mi proyecto?.
Atento, en cualquier momento del camino te encontrarás con alguno de estos muros, estar preparado para recibirlos, conocerlos y reconocerlos cuando aparezcan te ayudará a derribarlos. Algunos aparecerán en muchas ocasiones, otros una sola vez, en cualquier caso no dejan de ser limitaciones propias, que nos afectan a todos.
Un día, después de haber ideado tu plan con mucha ilusión, después de iniciarlo y verlo hecho realidad, te levantarás y te encontraras con que:
1. Creerás que no vales para esto,
Que estabas equivocado, que no tienes las habilidades necesarias, la formación, las cualidades, el valor… No te preocupes, es normal, cuando inicias un nuevo proyecto sales de tu zona de confort, y pones en duda tu identidad profesional. Siéntate, analiza tu trayectoria laboral y porqué te lanzaste con este proyecto. Recuerda que lo desconocido produce incertidumbre. Recuerda que ha sido fruto de una decisión meditada, tus miedos y tus inseguridades deben convertirse en “valores de tu negocio”. Estudia aquello que te produce inseguridad y descubre por qué, si es solo una exageración en un mal día o si responde a una necesidad de tu negocio. Pero sobre todo recuerda que, tú lo ideaste, tú lo iniciaste y has llegado hasta aquí:
sí que vales
sí que tienes lo que hace falta
sí que lo harás.
2. Cometerás un error y pensarás que todo fue un error.
Este tipo de generalización es muy habitual en las personas más negativas, pero sin ser una de ellas podemos caer en un momento de presión en este tipo de razonamiento ilógico.
Tomemos el error como la mejor forma de aprender desde hoy. Mentalízate, ese error que cometiste te dará la oportunidad de conocerte mejor a ti mismo, a tu negocio, a tu cliente, te dará la posibilidad de que no ocurra de nuevo, y de mejorar, de subir un escalón en tu camino hacia la excelencia.
3. Habrás avanzado muy poco y creerás que “esto no va a ningún sitio”.
Si te digo que “Roma no se construyó en un día” tú me dirás ¡”Ya claro, pero yo necesito rapidez!”. Hasta ahora no he visto ningún caso en el que funcione la impaciencia como motor, sí la constancia, perseverancia y la ambición. El deseo de mejorar, no de llegar a ser el mejor mañana mismo, o de ser una multinacional mañana mismo, sino ser mejor de lo que fui hoy. Mejorar tu marca personal es siempre el mejor objetivo. Aprovéchalo, este debe ser tu “leit motiv”, no importa el tiempo si lo que quieres en un producto competitivo y eficiente, buscar resultados que perduren.
Estas piedras en el camino y otras muchas acechan, algunas dependen exclusivamente de ti, otras no se pueden controlar, entonces de ti depende cómo afrontarlas.
Sea cual sea el proyecto que emprendas, laboral o personal, no olvides cuando sientas que no vales, que te equivocaste o que los resultados no llegan, que la grandeza de un acción, de una persona, de un lugar, de un producto… se aprecia en un momento, pero se ha gestado con el paso del tiempo, del tiempo bien empleado y del tiempo a pesar de as dificultados.
Cristina Carmona Botía.
UP! Psicología & Coaching
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