Cuaderno de Bitácora de Juan Francisco Cerezo Torres. «La vuelta a Iberia» a pedales

Cuaderno de Bitácora:

Primera entrega  días 7,8,9,10,11,12 de agosto

7 de agosto 2014. La Albatalia (Murcia) – Parque Regional Sierra de la Pila (Fortuna). 50 km. Jornada experimental. 

He dejado todo preparado para mi regreso.

Casa limpia y gestionada una llamada a TVE para mi próxima nueva serie de viajes en bicicleta, El Mundo a Pedales. Ahora sólo queda montar a Valkiria que desde ayer está con las alforjas colgadas, y quizá tan impaciente como yo por salir a procurar aventuras.

He quedado en el murciano Malecón con mi amigo Rafa de la Sociedad Geográfica RM y Silvana de Generación Fénix para una sesión de fotos. 

Con Silvana LM de la revista GFX.
Con Silvana LM de la revista GFX.
Con Rafa de la Sociedad Geográfica de la RM
Con Rafa de la Sociedad Geográfica de la RM

Me despido de algunos amigos frente a la catedral y pedaleo buscando las veredas que me permiten atravesar El pinar de Coto Cuadros.

Mi objetivo es utilizar las antiguas vías pecuarias y otros caminos antiguos, como El destierro del Cid, La Ruta de Mercadeo de la Lana, los diferentes Caminos de Santiago,… . Llegaré a la Sierra de la Pila por el cordel de los Valencianos, o sea, la Cañada Real Conquense-Murciana que me dejará en unos días en la ciudad de Cuenca. 

Aunque con este viaje ibérico esté celebrando mis bodas de plata con los viajes en bicicleta, aún me permito cometer errores. Esto significa continuar aprendiendo. Bajando a Rambla Salada, antes de Fortuna, mi montura ha tirado el petate de la parte superior de su portabultos. Coloco un pulpo extra y a seguir. Los pedales automáticos son nuevos, lo que implica sorpresas. Estas no tardan en llegar. Con la tierra del camino se han bloqueado y me apresan sobre la bici. ¡Mira que siempre he estado en contra de este tipo de enganche! (Más adelante me producirían un pequeño accidente con anécdota incluida). Me he decidido por llevar GPS, de esta manera me permite aumentar mis meteduras de pata, como borrar por accidente, o error, que no es lo mismo, el track del primer día. Lo siento por los amantes de estos aparatitos.

Decidí hacer este viaje circular por fidelidad a la bicicleta. No deseaba empezar o terminar con un autobús, avión o tren. Además en 1989 ya tenía como deseo dar la vuelta a España. Las ilusiones deben siempre intentar llevarse al plano real. Mi primer viaje a pedales fue en este país, así que le debía honores.¿ Y Portugal? El destino de mi vida me ha llevado a una relación emocional y genética con Brasil, así que no me viene nada mal practicar el portugués.

Como trashumante despistado al que el estivo le ha pillado en tierra de invernada, comienzo esta migración a los pastos de verano. Con el zurrón bien pesado me arrastro en mis primeras pedaladas hasta la Finca El Anillao donde vive en soledad mi amigo José María, exprofesor universitario de informática.

Mientras me quito los calores murcianos en la piscina, José Mª preparaba la comida. Con tantas ganas la cogí que un bajón de tensión, o algo parecido, me dejó aturdido hasta que un buen café me devolvió el avispamiento. Tarde y noche de interesante conversación, aquí siempre hay más filosofía y sabiduría que software. Mi buen amigo me propone medite un par de asuntos mientras le doy a las piernas. (Sus planteamientos serán parte de mi equipaje).

Cotocuadros (Murcia)
El pinar de Cotocuadros (Murcia)

8 de agosto 2014. Sierra de la Pila-Almansa. 100 km.

Con el alba me despido y la tarea de saltar Puertofrío, dejándome caer por la umbría de la Sierra de la Pila hasta Pinoso sin saber dónde pisé la línea provincial. Deseaba saludar por sorpresa a Noemí, una amiga que gestiona la casa rural El Sequé. Pero fui yo quien quedó perplejo al contarme que su pareja, Pepe, sufre un cáncer con metástasis. (Una preocupación que me acompañaría kilómetros). Conozco estos caminos desde que descubrí la provincia de Alicante realizando publicaciones de rutas en bici para el periódico Información. Me oriento con la memoria fotografía, que suele funcionarme mejor que la tecnología. Yecla me permite meterme algo de sólido al estómago. Pronto entro en Castilla La Mancha, que me recibirá con los brazos abiertos por unos días. Un bosquete de pinos me permite un simulacro de siesta hasta donde soporté a una mosca de ésas rurales, también conocidas como cojoneras. La noche en Almansa. Convento de las Esclavas de María. Acogida a peregrinos de vacaciones o de aniversario. Saco mi cocinilla de alcohol que sorprende a la monja hospitalera. Cena a base de pasta. Comida de ciclista. Paseo por el parque en un intento de aplacar la temperatura con helados y Acuarius. (No me gusta la cerveza). Antes de dormir, tareas de escribir el diario manuscrito y lectura apropiada para abrir apetito al sueño.

Segunda etapa ascendiendo Puertofrio camino de Yecla y Almansa. (Foto: Puertofrio).
Segunda etapa ascendiendo Puertofrio camino de Yecla y Almansa. (Foto: Puertofrio).
Preparándome la cena en mi hornillo. Pasta, comida de ciclistas.
Preparándome la cena en mi hornillo. Pasta, comida de ciclistas.

 

9 de agosto 2014. Almansa-Villarta. 130 km.

Lo último que veo de Almansa en su castillo.

La pista sube por el monte Mugrón camino de Alpera. Cerca de la población el camino se trunca debido a una roturación a mala leche. ¿Empujar o retornar buscando la carretera? Yo estoy hecho para pedalear.

Alpera me recibe con el altavoz del Mercado Municipal a todo lo que daba el amplificador. El pasodoble parecía anunciar la salida de un toro de lidia, pero finalmente la voz improvisada de una señora recordaba a los lugareños que «esta tarde se mostrarán los trofeos de la selección española de fútbol». Pienso en el último mundial que predije acabaría ¡tal cual! (Tampoco me gusta ver el fútbol). Pedaleo ahora entre pinos y trigales segados bajo un sol que aún me recuerda mi tierra. Alcalá del Júcar es un horno a mediodía.

En este punto corta El Camino de la Vera Cruz, proyecto que ideé y del que gustosamente hizo suyo el expresidente de la CAM, aún tengo este asunto en los tribunales. Zigzagueo las hoces río arriba para salir por Jorquera, donde se esconde un restaurante que solía visitar cuando impartía conferencias de mis viajes en Albacete. Aquí degusté carne de canguro importada de Francia, capricho que no conseguí en mi travesía australiana.  Herme, (Hermenegildo) tiene 78 años, de madre del Cabezo de Torres, y una pierna con infección para los restos, producto de un quirófano donde fue a parar tras un accidente. Ahora camina lento, pero no le importa, su mujer, dice, le recibirá con unos gritos. Me despide insistiendo que es mejor dar la vuelta a España en coche, aunque «te conservas muy bien para tu edad«, termina diciendo. En Villarta están de vísperas de fiestas, aunque faltan unas semanas. Quedo con el alguacil en la cuatro esquinas, que debería llamarse cinco, pues una es un chaflán. Cuatro provincias son las que acumulo hasta aquí, (Murcia, Alicante, Albacete y Cuenca). Me deja en el local social donde pasare la noche. Sin ducha, pero yo porto una portátil. Tras lavar la ropa salgo a estirar las piernas y observar el ambiente. Es una de mis aficiones psico-antropológicas.

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10 de agosto de 2014. Villarta – Cuenca. 120 km.

El agua sale caliente al amanecer de la fuente frente a la iglesia del pueblo. Aun así lleno los bidones. Me adentro en una geografía dominada por colinas cubiertas de bosques de pinos que calvean con campos cosechados y sobre todo girasoles, que serán compañeros durante jornadas por lo que me imaginaría pedalear por una Toscana Conquense, quizá por la desventaja de no haber estado nunca en Italia.

El viento del noroeste me retrasa, pero alivia los calores de días primeros.

Necesito 6 litros de agua por día. Así que cuando veo una fuente en la plaza de un pueblo arremeto con avaricia. Los pedales me traicionarían en Solera de Gabaldón, no dejándome sacar los pies y cayendo al suelo pegado a mi bici, reboté con el instinto del ridículo con la única esperanza de pillar despistadas las miradas de los locales que allí parlaban. Al levantar cabeza compruebo que, para dos veces o una que la bici me ha tirado, la curiosidad es protagonista, en este caso por el nombre de la plaza «Plaza del Caudillo«. ¡Ya se por dónde se ha pasado el alcalde la ley!.

El valle del río Grito, que no consigo ver ni un hilo de agua, me guía hasta Valeria. Población de origen romano, con excavaciones paradas por la conocida crisis. En la coqueta plaza me dispongo a comer algo, pero llamo la atención del teniente de alcalde y sus colegas que resulta son ciclistas. Me sientan a la mesa y me invitan ¡a hueva de Murcia! Mañana hay fiesta romana, y ambiente prometedor, pero me debo a Kronos.

Llego a Cuenca tras emerger de bosques infinitos para la vista. Paso bajo las «Casas Colgadas» sin entender porqué les gusta más que «colgantes», me pregunto que «colgadas», hoy en día, ¡no es para tirar cohetes!

Mi hornillo liviano huele esta noche a México, hasta que atiendo la llamada de mi amigo Juanmi y descuido la culinaria, es entonces cuando el aroma cambió a ese pegado que tanto gusta en la paella murciana.

El campo manchego quiere ser como la Toscana.
El campo manchego quiere ser como la Toscana.
Plaza del Caudillo En Cuenca.
Plaza del Caudillo en Solera de Gabaldón (Cuenca)..

11 de agosto de 2014. Cuenca – Viana de Mondéjar. 115 km.

Abandono Cuenca siguiendo aguas arriba las hoces del Júcar. Frío soportable. El sol aún no ha invadido el fondo del desfiladero. En Ribagorda sale un camino hacia Albalate. Allá que me dirijo sin saber que un regalo recibiría. Pasados los suelos repletos de girasoles retorcidos, se presentan las altivas estreceches de hoces poco populares quizá por ello más disfrutables.

Junto a la fuente de 1898 y el puente romano de Albalate se asienta Julian con su gorra de la Cadena Ser y la vista pensativa congestionada de recuerdos. Con ganas de conversa, el anciano me pregunta mi origen, a lo que responde con orgullo, que visitó La Manga y la Fuensanta, y que «desde allí arriba podía ver una llanura de huerta y su ciudad, de tierras mejores que éstas, y de buen clima«.

Por el puente romano asciendo al pueblo que pronto dejo entre descampados, sólo un río de aguas cristalinas me permite refrescarme. 

Cada lunes y en directo me contactan desde Onda Regional para contar mis desventuras. Hoy todo quedó en un fuera de cobertura. 

Valdeolivas, no deja ver ni una sola olivera, pero si una rampa diabólica que debes sufrir para dejarte caer en la bien conservada plaza vieja de esta Villa. Nomás sentarme hago corro. Los lugareños se hacen con el primer forastero que asoma por la plaza nueva, que también parece vieja. Más o menos las mismas preguntas de siempre. 

José Luis es un soriano residente en Cataluña, pedagogo de justicia juvenil. Pedalea buscando casa rural que no consigue. Se sienta conmigo y me pide si puede acompañarme. Por supuesto. José Luis sufre nada más llegar las primeras pendientes. Le ánimo en la frontera de la lipotimia consigue culminar puerto y etapa mientras disfrutamos de las literarias tetas de Viana de Mondéjar, tetas que hizo suyas Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria. Mañana las acariciaremos camino de Trillo.

Pero Viana es residencia permanente de dos habitantes. El bar esa el mismo propietario que el BMW deportivo y descapotable que está cruzado entre las mesas de la terraza. Bar sin comida. Tras insistir con simpatía en varias ocasiones, consigo que aparezca barra de pan y un chorizo completo.

Noche de manta y ronquidos procedentes de la cama vecina.

Valdeolivas. Plaza Vieja. Saco sin aceitunas. La Alcarria quedó atrás no sin nostalgia.
Valdeolivas. Plaza Vieja. Saco sin aceitunas. La Alcarria quedó atrás no sin nostalgia.
Viaje a la Alcarria
Tetas de Viana de Mondejar, que hizo suyas Camilo José Cela en su Viaje a la Alcarria
Finalizada la Vía Pecuaria Murciano-Conquense y Viaje a La Alcarria
Finalizada la Vía Pecuaria Murciano-Conquense y Viaje a La Alcarria

12 de agosto de 2014. Viana de Mondéjar-Siguenza. 80 km.

Las Tetas de Viana nos esperan. José Luis y yo estamos ansiosos por subir la ladera estriada por una pista rota y empinada. Como buen cabezota que soy, asciendo pedaleando, aunque debo poner pie a tierra en una rampa impracticable.

A nuestras espaldas van quedando estos senos literarios, alcarreños, mientras nos concentramos ahora en la divertida y rápida trialera que desciende al valle del Tajo, donde ya se otean los vapores de la Central Nuclear de Trillo, que subvenciona a esta población y sus pedanías, entre otras cosas, con wifi gratis. Huertas y caminos demasiado asilvestrados terminan por desgastar a José Luis.

Se queda en Cifuentes. De nuevo sólo, me dedico pleno a los detalles del camino. En esta población de Guadalajara me llama la atención una calle «Cristo de la Repolla».   Moranchel es pueblo de horneros, y en homenaje una chica artista ha pintado varias fachadas de casa, nada que ver con los grafitis. Duras subidas a mediodía en los alrededores de Las Inviernas.

El descenso llega en Mirabueno. Una senda vestida de zarzas y otras plantas de malas caricias. Entre piedras y estrecheces término por rozarme más de una vez con las espinosas. Por fin en el valle del Río. donde lavo los calcetines y me refresco con un baño casi gatuno. Continúo por el abrigado Parque Natural del Cañón de Río Dulce. Rocas verticales, umbrías verdes, buitres, nubes caprichosas, sendas y caminos entretenidos. Un corzo salta mientras disfrutaba de las vista del castillo de Pelegrina. Una imagen que me remonta la imaginación.  Aquí coincide la Ruta de la Lana, El Camino de Santiago, Camino del Cid y La Ruta del Quijote. Falta pueblo para tanta indicación turística.

Siguenza me sorprende desde un cerro. Allá abajo se presenta sin contaminar, sin globalizar, como siempre, como debía serlo cuando caballeros medievales entraban en la ciudad después de un largo viaje. Duermo en los Padres Agustinos por 7€. El padre que me recibe no se fía y casi me pide la documentación de la bici, lo que no sería la primera vez, no olvido cuando en Senegal me detuvo la policía y con ganas de sacar los cuartos al extranjero, no se les ocurre otra cosa que pedirme los papeles de la bici. Aquello lo solucioné con una sonrisa mezclada con cara de no enterarme. El padre agustino se apresura a cenar viendo el partido de fútbol con mucho ánimo, algo que descubrí al equivocarme de puerta en el monasterio. ¿Cómo será la vida secreta de estos hombres de intramuros?

Viajar siempre enseña...
Viajar siempre enseña…
Castillo de Pelegrina, a la salida del Cañón de Río Dulce
Castillo de Pelegrina, a la salida del Cañón de Río Dulce
 En las faldas de las Tetas de Viana. La Alcarria.
En las faldas de las Tetas de Viana. La Alcarria
 La Alcarria estival quiere ser Toscana.
La Alcarria estival quiere ser Toscana.

Segunda entrega días 13,14,15 de agosto

13 de agosto de 2014. Siguenza-Miedes de Atienza. 52 km.

Viento en contra y fresquete. Por el camino viejo entro en Paracuellos, una sorpresa con su castillo privado y murallas públicas.

Entro en la Villa por una de sus puertas en ángulo recto. Sólo he visto este sistema de defensa pasivo en Jaiselmer, Rajastán, India.  Como en la mayoría de los pueblos que atravieso, no hay bar ni tienda. Extraño en España. Los vendedores ambulantes pasan anunciando colchones, frutas, pan,… Santamera se esconde entre paredes quebradas y álamos. La cuesta que abandona este rincón aislado fastidia el clímax. La más dura hasta el momento. Un camino de tierra empinado que pareciera llevarte a las buitreras.

Ya en Riofrio un ciclista aficionado no daba crédito a que hubiese subido sin empujar la bici. Me ofrece dos trozos de tocino asado con pan de pueblo. En la fuente cargo agua y de repente llega el frutero nómada al que le compro un tallo de uva negra. Sigo mi lucha contra el viento. Enemigo invisible que sumado a la textura frágil del suelo me consumen las reservas de energía.

Alcanzo Miedes de Atienza con los residuos que me quedan. En el Ayuntamiento, que es un bar, pregunto por el alcalde. Su hija me localiza las llaves de las escuelas donde dormiré. Al mismo tiempo llega el panadero, que es un chaval argentino, al que le compro una barra de leña y un bizcocho de yogurt. Pasaré la tarde lavando ropa, que colgaré con mi cuerda y pinzas en la puerta del cole. Fatigado, me apresuraría a escribir en la tablet este diario y enviarlo a Generación Fénix y Sociedad Geografica RM. 

FuenteFrio
FuenteFrio
La tarde para hacer la colada y escribir el Cuaderno de Bitácora para Generación Fénix
La tarde para hacer la colada y escribir el Cuaderno de Bitácora para Generación Fénix y la Asociación Geográfica de la RM

12 de agosto de 2014. Viana de Mondéjar-Siguenza. 80 km.

Las Tetas de Viana nos esperan. José Luis y yo estamos ansiosos por subir la ladera estriada por una pista rota y empinada. Como buen cabezota que soy, asciendo pedaleando, aunque debo poner pie a tierra en una rampa impracticable.

A nuestras espaldas van quedando estos senos literarios, alcarreños, mientras nos concentramos ahora en la divertida y rápida trialera que desciende al valle del Tajo, donde ya se otean los vapores de la Central Nuclear de Trillo, que subvenciona a esta población y sus pedanías, entre otras cosas, con wifi gratis. Huertas y caminos demasiado asilvestrados terminan por desgastar a José Luis.

Se queda en Cifuentes. De nuevo sólo, me dedico pleno a los detalles del camino. En esta población de Guadalajara me llama la atención una calle «Cristo de la Repolla».  

Moranchel es pueblo de horneros, y en homenaje una chica artista ha pintado varias fachadas de casa, nada que ver con los grafitis. Duras subidas a mediodía en los alrededores de Las Inviernas.El descenso llega en Mirabueno. Una senda vestida de zarzas y otras plantas de malas caricias.

Entre piedras y estrecheces término por rozarme más de una vez con las espinosa, por fin en el valle del Río. donde lavo los calcetines y me refresco con un baño casi gatuno. Continúo por el abrigado Parque Natural del Cañón de Río Dulce. Rocas verticales, umbrías verdes, buitres, nubes caprichosas, sendas y caminos entretenidos. Un corzo salta mientras disfrutaba de las vista del castillo de Pelegrina.Una imagen que me remonta la imaginación. 

Aquí coincide la Ruta de la Lana, El Camino de Santiago, Camino del Cid y La Ruta del Quijote. Falta pueblo para tanta indicación turística. Sigüenza me sorprende desde un cerro. Allá abajo se presenta sin contaminar, sin globalizar, como siempre, como debía serlo cuando caballeros medievales entraban en la ciudad después de un largo viaje. Duermo en los Padres Agustinos por 7€. El padre que me recibe no se fía y casi me pide la documentación de la bici, lo que no sería la primera vez, no olvido cuando en Senegal me detuvo la policía y con ganas de sacar los cuartos al extranjero, no se les ocurre otra cosa que pedirme los papeles de la bici. Aquello lo solucioné con una sonrisa mezclada con cara de no enterarme. El padre agustino se apresura a cenar viendo el partido de fútbol con mucho ánimo, algo que descubrí al equivocarme de puerta en el monasterio. ¿Cómo será la vida secreta de estos hombres de intramuros?

Viajar siempre enseña...
Viajar siempre enseña…
Castillo de Pelegrina, a la salida del Cañón de Río Dulce
Castillo de Pelegrina, a la salida del Cañón de Río Dulce
Sigüenza. Ciudad medieval, caballero andante...
Sigüenza. Ciudad medieval, caballero andante…

 

14 de agosto de 2014. Miedes de Atienza-Quintanarraya. 100km.

Me despido de Guadalajara y la extensa Castilla-La Mancha por el puerto, que en sentido opuesto, descendió El Cid en su destierro, por un hecho acontecido en tierras murcianas. Sí, Molina de Segura y Aledo.

Asciendo a buen ritmo, me encuentro fresco después del medio descanso de ayer. Aunque para fresco el que me esperaba en lo alto del puerto de 1400 metros de altura, donde un viento frío acompaña al cartel que anuncia mi entrada en la provincia de Soria, Castilla y León. Me apresuro a sacar la chaqueta que utilizo en Murcia cuando salgo en bici en pleno invierno.

Estos días he visto varios corzos, únicamente a uno de ellos conseguí fotografiarlo. Esta mañana ha tenido suerte un hermoso zorro que al cruzarse ante este ciclista sólo le costó quedar retratado, otra historia se escribiría si un coche se hubiese encontrado.

Tierras altas. Fresco. Aquí todos los pueblos se asientan a más de 1000 metros de altura. Vida dura, vida aislada. Los habitantes están deseosos de platicar con el forastero. En la primera aldea me llama a voces una señora. Me pide que le haga una foto. Deseo cumplido. En la siguiente, mientras pedaleo observando las viejas construcciones de adobe rojo, me alcanza una voz que emerge del interior de un portal, bajo las hojas de una parra. Es un hombre que se presenta diciéndome «el movimiento es vida, hay que moverse para encontrar lo que se busca«, y acto seguido se empeña en regalarme ¡un saco de patatas! 

Con el frío estirándome la piel intento apretar los músculos para contrarrestar. ¡Y en Murcia asándose!.

De esta manera pronto vengo a caer en la Ribera del Duero y su afamado vino.

Huertas amplias visten la entrada a San Esteban de Gormaz. Me recuerda a la huerta de Murcia, aunque con un toque de Campo de Cartagena.

Varios camiones lucen rótulos de «Bernal», nombre que me suena muy murciano. Así es, me aproximo y compruebo que las matrículas son MU. Me pregunto si venderán hortalizas del Duero como murcianas. 

A mediodía ya puede uno ir de camiseta de manga corta. Me doy el lujo de sudar un poco en las erosionadas pistas forestales que atraviesan un amplio bosque de encinas que me traslada a Extremadura y la Ruta de la Plata.

Unas cuantas pedaladas más y me meto de lleno en la provincia de Burgos.

Un pastor y su perro trabajan con las ovejas que hacen la rastrojera. Todo el día he rodado por la Cañada Real, en parte asfaltada, pero que aún mantiene tramos intactos. Así llego al final de etapa. Quintanarraya me dará cobijo.

Una chica ciclista viaja por la ruta del Cid que este pueblo comparte. Se aloja en el albergue. Pero ha debido salir a pasear con la llave. Espero escribiendo este diario.

La asociación del pueblo que hace de hospitaleros se queja de que no hay ayudas económicas para el mantenimiento de este tipo de alojamientos. ¡España, tú misma! 

Castilla a Castilla, meseta que no lo es... al menos cuando vas en bici
Castilla a Castilla, meseta que no lo es… al menos cuando vas en bici
Autorretrato, Valkiria y una admiradora de ésta.
Autorretrato, Valkiria y una admiradora de ésta.

15 de agosto de 2014. Quintanarraya-Mecerreyes. 58 km.

Con tanto pensamiento en la sesera, quiso la memoria dejar fuera del escrito mi encuentro con un señor mayor a la salida de San Esteban de Gormaz, que en plena calle intentaba reparar el pinchazo de su vieja bicicleta.

Con un alfiler clavado donde el agujero marca el lugar, mientras coloca la disolución que anda algo seca. Le ofrezco la mía, contestándome que «¡usted la va a necesitar más!», y viendo mi interés por ayudar, continúa diciendo «poca gente queda como usted, aquí sólo hay mala leche«, a lo que le respondo «estamos todos mezclados«. 

Otra mañana fresca que me sumerge nada más empezar en un extenso bosque conocido como la Pinilla de los Barruecos. Silencio roto por pequeñas aves, aromas, aire en la cara, luz limpia,… Y de repente aparece un ciervo que se detiene en mitad de la pista asfaltada. Me mira fijamente, nos miramos. No deseo fotografiarlo. Sólo lo admiro, lo admiro por la libertad que transmite, ¿qué pensará de mi?, ¡Huye!

Desciendo por la asombrosa y angosta Garganta de la Yecla, que ya conocía de mi anterior viaje por el Camino del Cid y que caminé por su interior. Ahora busco sus ángulos y el túnel que lo atraviesa, aunque retorciendo el cogote en un par de ocasiones para asegurarme de que no viene por detrás coche alguno.

Así me dejo caer al monasterio de Santo Domingo de Silos, en el que pasé una noche en mi camino del destierro. Como tengo cobertura, realizo llamadas atrasadas.

Creo me estoy aislando, quizá asilvestrando. Hoy podría alcanzar la ciudad de Burgos, pero declino el proyecto, no me apetece encontrarme de sopetón con los peregrinos-turistas que vienen por el Camino Francés. Así que después de pasar un puerto de montaña, soy merecedor de un buen plato de comida entre la curiosa arquitectura de Covarrubias, que por cierto, es donde más mujeres negras he contemplado, móvil que lanza mis pensamientos como una catapulta al otro lado del Atlántico. Recuerdos, genes, aventuras, emociones, amor…, Ya se me ha ido el hilo del diario. Vamos, que en el próximo pueblo me instalo. La hospitalidad se la lleva Mecerreyes, a tiro de piedra de la capital y con una casa rural de un gusto en el diseño que pasa a ser la mejor de todos los Caminos de Santiago, y tan sólo por 5€ (Cinco) y ¡para mí solito! Mañana será otro día. 

San Esteban de Gormáz. Esteban reparando con su técnica un pinchazo campero.
San Esteban de Gormaz. Esteban reparando con su técnica un pinchazo campero.
Cañón de la Yecla. Camino de Santo Domingo de Silos
Cañón de la Yecla. Camino de Santo Domingo de Silos
Covarrubias. Aquí no hay playa.
Covarrubias. Aquí no hay playa.

Tercera entrega día 16 de agosto

16 agosto 2014. Mecerreyes-Frómista. 112km.

La tarde la paso de plática con la gente del pueblo, mientras un viento gélido me endereza la pose. Un joven se aproxima al verme escribir estas crónicas. David es vasco de vacaciones, y viajero. Hablando resulta que le suena mi cara. Tiene todos mis documentales de la serie El Mundo a Pedales ¡bajados de internet!, y ¡eso que no monta en bici!. Total, que termina invitándome a un Ribera del Duero y un zumo. (Dos copas para mi es perder el rumbo). Duermo mirando las estrellas y escuchando el viento que se cuela por la ventana del techo.

Mañana muy fría. Atravieso un extenso bosque de encinas con aroma a Jara. Un zorro atraviesa el camino, y un par de cigüeñas sedentarias. Cerca ya de Burgos pedaleo por la Via Verde del desmantelado ferrocarril Santander-Sagunto. Ni un bar en el camino, aunque en el pueblo de Modúbar debía haberlo. Lo hay. Abre a las 11h. ¡Que diferente es el norte!.

Compro pan de leña en la tienda y me zampo un bocata que portaré en el circuito gástrico hasta media tarde. Entro en Burgos tras un túnel y por el carril bici. En esta ciudad se puede circular pedaleando por las peatonales. Llamo a mis amigos burgaleses. Uno está en Galicia y el otro en un pueblo fuera de mi ruta. Nada, que me hago una foto en el mismo ángulo de la catedral que la de 1993, sólo que entonces disfrutaba de una cabellera asalvajada.

En Burgos acaba La Ruta de la Lana y ahora toca navegar hacia el oeste, que es polvo del Camino Francés a Santiago. No estaba previsto hacer este tramo peregrino, y mi intuición hace no sentirme bien. Tendría que darle más crédito. Paso la tarde como un imbécil tocando la bocina que instalé en el manillar, ya que a los peregrinos caminantes les a dado por llevar auriculares y no quiero asustarlos en el adelantamiento. A mi me gusta saludar al paso, pero la mayoría no se entera

¿En qué se ha convertido este camino?. Hay tiendas en los pueblos donde sólo compran los peregrinos, a precios altos, claro. Como el afamado «Menú del Peregrino«, que simplemente es lo mismo que para cualquiera, no está diseñado por dietista, ni deportista alguno, ni postre incluye, preocupados que no engordemos.

Tras una subida de más de un kilómetro anunciado al 12% junto a un cartel de inversión de la mejora de la cuesta de 128.000€, aunque a trabajo terminado la pendiente sigue allí con todos sus sudores. ¡Con ese dinero elimino yo la cuesta y me sobraría para darle tres vueltas al mundo!…, Vaya país tan bonito que tenemos.

Alcanzo el Canal de Castilla, inicio de mi próximo bloque del viaje. Duermo a pie de esta magnánime obra de ingeniería. El albergue municipal esta abarrotado, y son 8€. La noche sería propiedad de la sorpresa.

Mi "aparafernalia". Bocina para despistados, placa solar para el móvil, velocímetro para que no me multen, GPS por si acaso.
Mi «aparafernalia». Bocina para despistados, placa solar para el móvil, velocímetro para que no me multen, GPS por si acaso.
Que emoción esta tarde! Provincia de Burgos. Saludos desde la provincia de Palencia. Hoy 115 km de campo.
Que emoción esta tarde! Provincia de Burgos. Saludos desde la provincia de Palencia. Hoy 115 km de campo.
Más pensativo que contemplativo. Esclusa del Canal de Castilla.
Más pensativo que contemplativo. Esclusa del Canal de Castilla.
Mi sombra y la de Valquiria
Mi sombra y la de Valquiria
Canal de Castilla. Esta tarde, entre Frómista y Alar del Rey, camino de la Cordillera Cantábrica.
Canal de Castilla. Esta tarde, entre Frómista y Alar del Rey, camino de la Cordillera Cantábrica.
Voy a cenar y dormir. Aquí mi camica de hoy! Buenas noches. Mañana más pedaladas!
Voy a cenar y dormir. Aquí mi camica de hoy! Buenas noches. Mañana más pedaladas!
Juan Francisco Cerezo Torres.
Juan Francisco Cerezo Torres.

Si quieres conocer más a Juan Francisco Cerezo Torres, entra en este enlace, Entrevista a un Aventurero del Siglo XXI Primer día: 6 de agosto de 2014 Salida desde La Albatalía (Murcia) 

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4 comentarios en “Cuaderno de Bitácora de Juan Francisco Cerezo Torres. «La vuelta a Iberia» a pedales”

  1. generacionfenix

    Un Cuaderno de Bitácora que nos ha hecho sentir que viajábamos a tu lado. Suerte en el camino! esperamos la segunda entrega!

  2. Avatar

    Ánimo, campeón y gracias por tus relatos que, a los que ya no tenemos edad, ni «güevos», para estas gestas nos ponen pedales en la mente para seguir tu estela.

  3. Avatar
    juan ignacio teva sanchez

    » solo los verdaderos exploradores son capaces de buscar vivencias y experiencias como la que tu estas haciendo… que envidia me das… poder buscar esas nuevas sensaciones a lomos de una bicicleta…
    te felicito y espero conocerte a la vuelta…

Los comentarios están cerrados.