26 de agosto. Santiago – Pontevedra. 69 km.
Amanece lloviznando. Cielo muy cerrado. Cargo a Valkiria y asciendo la cuesta hasta Presidencia de la Xunta de Galicia donde me espera el Secretario de Inmigración y su equipo para hacerse una foto conmigo. Me confirman mi charla sobre Los Caminos de Santiago en Córdoba para primeros de octubre.
Abandono Compostela hacía la tierra de los pimientos de Padrón bajo una lluvia que va en aumento. Me planteo no parar hasta Pontevedra, así no me enfrío. El agua hace de Photoshop, intensifica el verde. No me coloco el chubasquero pues el sudor me moja más que lo de fuera. Vadeo varios cauces de agua que corren por los caminos. Bajo un parral, junto a un tradicional lavadero público, entre bosques húmedos que cierran en bóveda, avanzo hasta salir a un tramo de carretera donde anuncia «La Vuelta 2014 pasa por aquí«. ¿Alguien les ha informado que venía?
Pontevedra me recibe empapado. Seco la ropa en el albergue mientras un joven me pide prestado el champú, a lo que le respondo que no uso. Nos reímos.






27 de agosto 2014. Pontevedra-Vila Nova de Cerveira (Portugal). 140 km.
En contra del pronóstico, amanece despejado. Pregunto por la Senda da Agua que abastece a Vigo. Resulta que Rogelio, así se llama el hombre que trabajó en este acueducto y que me indica, con muchos detalles, mi recorrido hasta la ciudad de Vigo. 28 km de pista llaneando entre bosques. Un mirador excelente sobre las Islas Cíes. Los árboles de los primeros kilómetros estas adornados con dibujos infantiles plastificados.
Por el carril bici a la salida de Vigo me acerco a Baiona donde me espera mi amigo Roberto y su compañera Raquel que han venido pedaleando desde la frontera con Portugal para regresar todos juntos. Me regalan unos dulces portugueses inolvidables. Por el litoral aparecen las flechas del Camino Portugués de Santiago. El cielo se ha cerrado y el viento en contra nos hace bajar el ritmo por los caminos que cortan sobre el Atlántico. Pasamos el puente sobre el Miño a Vila Nova de Cerveira, ya en Portugal. Ducha bajo un árbol, cena bajo la lluvia y a descansar bajo el techo de la furgoneta de mis amigos.







28 de agosto 2014. Vila Nova de Cerveira – Viana do Castelo. 41 km.
Una hora menos, hora Canaria. Paseo por la decorada población cerveirense. Todo es, más o menos, un 35% más económico. Música en la calle, desayuno relajado, clima prefecto, compañía entrañable.
Me despido de mis amigos y pedaleo con ánimo por el litoral portugués. Una ciclo-vía me lleva a la desembocadura del Minho. En Viana do Castelo hago parada y fonda. Hoy etapa corta para disfrutar de esta ciudad con rincones a descubrir, la más bonita del norte de Portugal. Almuerzo una lubina fresca, con bebida, pan, ensalada,.. todo por 5€, creo que esto no se encuentra en España.
Este país ya no es el que conocí en mi travesía en bici de 1998. Los conductos de automóviles respetan a los ciclistas y te dan el paso desde muy lejos. Las ciclo-vías abundan con todo detalle. La franja Atlántica está dibujada por este tipo de carriles ciclistas. Una gozada, pues pasan por lugares de naturaleza intacta.


Vila Nova de Cerveira. Primer pueblo que me recibe en Portugal.





29 de agosto 2014. Viana do Castelo- Porto. 112 km.
En una «Pastelaria» típica donde sólo van los lugareños tomo mi desayuno al modo que lo hacen ellos. Abandono temporalmente mis costumbres. Salgo con Valkiria acompañado de tambores y gaitas de la comparsa callejera que despierta a la población. La carretera es tranquila. Bosque salpicado de prostitutas que dan servicio pasajero. Se van sucediendo las poblaciones, algunas con gran patrimonio cultural, como Vila do Conde, mientras el viento frío me ayuda camino del sur. Visito el mercado municipal para observar a la gente, los productos, comer algo y platicar mi segunda lengua.
Hay quien me confunde con un brasileño debido a mi acento, otros detectan rápido mi español mimetizado y se disponen a hablarme en mi idioma natal, que pronto les freno razonando que deseo aprender mejor su idioma. Los cultivos de maíz abundan. Al igual que en España existen los hórreos y las paneras, aquí también, pero de estructura oblicua. Los molinos de viento antiguos se asoman instalados sobre las dunas atlánticas.
Pasan ambulancias con el rótulo» INEM». Encuentro cierta relación, si. Pasando a Porto debo detenerme. Un barco tiene prioridad, y el puente móvil se me pone cuesta arriba. Los ciclistas y los coches se amontonan en la parrilla de salida. Cuando el puente vuelve a la horizontal, salen todos a toda máquina. Viendo el panorama, me dispongo a hacer lo que vieres. Así que aprieto cuadriceps y glúteos y salgo buscando el primer puesto. Los kilómetros que llevo encima me ayudan a conseguir el podium. Así desciendo al Duero. Paso el puente de Eiffel y salgo a la desembocadura por la ciclo-vía hasta encontrar al campismo (en portugués).











31 de agosto 2014. Praia de Mira-San Pedro de Moel. 107 km.
Una carretera en muy mal estado es anuncia por un panel. Se adentra en una zona natural de bosque de pinos gigantes sobre un mar de dunas. Una pareja de cicloturistas, ella italiana, y él neozelandés, me preguntan por el estado real del camino. Respondo que sé lo mismo que ellos, pero que voy a intentarlo. Se dan media vuelta para ciclar por la nacional repleta de tráfico hoy domingo y fin de vacaciones. Pedaleo buscando el mejor paso. Es un juego entretenido y que me recuerda a mi travesía del desierto australiano. Al final haces más kilómetros zigzagueando.
Primer pinchazo del viaje. No era normal que en 2200 km no pasara por encima de algún saca-aires.
A 30 km encuentro la primera aldea. Un par de plátanos y uva me reponen para atravesar la nacional y la ciudad de Figuera do Foz. A las afueras, y pasado el lío de tráfico, almuerzo junto a los lugareños que se disputan, sin gritos, el honor con las cartas, mientras un par de loros están muy atentos a la partida. Charlo con los ancianos que no conocen las distancias en kilómetros a los pueblos del entorno. Debieron en su época desplazarse a lomos de animales sin aparatos de medición. Y yo cargando con una parafernalia de cables que me lleva a plantearme la tecnología en futuros viajes.
Carretera Atlántica adelante, por su carril-bici paralelo que surca un bosque muy extenso, de decenas de kilómetros junto al Océano. Litoral que en este país no ha sido urbanizado, sólo algunos núcleos distantes entre sí. Aparece el faro de Sao Pedro de Moel. Instalo mi pequeña tienda y a lavar ropa en la pila. Cae el sol y la temperatura.








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hola,nos conocimos en cordoba en el pueblo de fuente palmera,en el bar que tomastes cafe,,aun no sabemos si tirastes para cazorla,,bueno buscare algo escrito sobre esta etapa un saludo cerezo y enhorabuena por terminar la vuelta