Me juré que jamás volvería a una de esas estúpidas quedadas de citas express pero ahí estaba yo, sentado frente a la cuarta chica de la jornada. “¿Qué es lo que más te gusta en el mundo? “, pregunté casi con hastío. Ella sonrió y, al hacerlo, arrugó su nariz pecosa: “el sabor de las pepitas de manzana, tostadas con un poco de azúcar de caña”… El tiempo se detuvo y juraría que pude ver como cientos de mariposas comenzaban a revolotear a nuestro alrededor… ¡Él disfrutaba de ese incomprendido placer!. “Bueno, también me gusta comer pelo, pero con la medicación estoy mejorando bastante”, dijo ella cabizbaja mientras, con el dedo índice, hacía dibujos invisibles en la mesilla. Sinceramente, quise salir corriendo de allí, pero no pude moverme, a esas alturas ya me había enamorado.
Por Antonio Ávila Camaestra
Relato finalista del concurso «Cuéntanos tu historia de amor, sea real o fictícia»
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