Reconozco que andaba nerviosa por entrevistar a Lucía Etxebarría. Sentía una mezcolanza entre respeto, admiración y algo de preocupación, pues de sobra sabemos que Lucía bien puede ser esa dulce niña con la que te ríes y diviertes mientras va saltando de anécdota en anécdota, como te puede espetar a la cara que cambies de pregunta porque simplemente está hasta lo impronunciable de aguantar preguntas tontas y repetitivas.
Y así llegué, dispuesta a hacerle una entrevista afable y a disfrutar de una charla con la autora de alguno de mis libros favoritos, y así se cumplieron mis augurios. Tuve varias de cal y varias de arena. Fue Lucía en estado puro. Y es que a ella es así… Te genera sensaciones contradictorias: o la quieres, o no puedes con ella, como pasa con muchos de nosotros… porque Lucía despliega una naturalidad que no te deja indiferente.
GFX.- Nuestra revista es muy ochentera, así que es pregunta obligada… y antes de que acabe la frase, ella me dice: «¿Donde estaba yo en los ochenta?».
Lucía Etxebarría.– Pues yo era muy moderna. Por aquel entonces salía con el guitarrista, todavía guitarra, de Los Secretos, que se llamaba y se llama, Ramón Arroyo.
Empecé a salir muy pronto. Mi hermano, John Etxebarría dirigía Virgin, la casa de discos más moderna de aquellos tiempos y yo estuve en Nuevos Medios, que era algo más moderno todavía. Entonces claro, sí que estábamos en La Movida, aunque nadie le llamaba La Movida por entonces. Así que empecé a salir muy joven y muy colocada. Tu eres más joven que yo, pero Virgin por aquel entonces era lo más y el director era mi hermano, que después se fue a Sony… y bueno, al estar en Nuevos Medios, donde llevábamos a grupos como Golpes Bajos, por ejemplo, a The Smiths, Fron 242, el catálogo de Dire Straits, New Order, Happy Mondays, imagínate, estaba en el centro de todo.
GFX.- Vamos, que te codeabas con lo más grande de la música de que aquellos años.
L.E.- Te estoy hablando de que por aquel entonces nadie hablaba tres idiomas, yo hablaba tres idiomas, mi hermano es inglés, mi familia es guiri… y además era mona (risas). Te puedo contar que cuando llegaron The Smiths me tocó pasearlos por Madrid, y llegué a pensar: «este tío que ha sido un ídolo en mi vida… y parece un gilipollas..» (risas). Y es que yo entonces era muy niña, muy tímida, muy cría…. y él no podía ir a ningún sitio donde hubiera carne; y Madrid por entonces no tenía ni un solo sitio sin carne, no habían vegetarianos (risas).
GFX.- En definitiva, ¿buenos recuerdos?
L.E.- De esa temporada sí. Lo que pasa que luego con la compañía Fáctory, Mario Pacheco empezó a llevar sólo flamencos, y yo no los soportaba. Me gusta mucho el flamenco, pero no me gustaba tratar con músicos flamencos por aquel entonces porque había, y todavía hay, mucho racismo y muchísimo sexismo. Vamos, que a una mujer paya no la respetaban mucho, y yo estaba «ahí»… Te podría contar tantas anécdotas.
GFX:- ¿Quizá por ello tu primer trabajo publicado fue la biografía de Kurt Cobain y Courtney Love ?
L.E.- Esto lo hice porque entonces no habían prácticamente mujeres que escribieran sobre música. Eramos tres: Berta Herrera, Isabel Andrade y yo… Y bueno, a mí fue a la tercera a la que llamaron para hacerme ese encargo. Se ve que las otras dos dijeron que era poco dinero y por eso la hice yo (risas). Luego tuve la suerte de conocerlos a los dos. A él, cinco minutos, y a ella la entrevisté.
GFX.- ¿Y qué impresión te dieron estas dos figuras representativas del grunge, muy a su pesar?
L.E.- Cuando conocí a Kurt Cobain, poco antes de que muriera, era un tío que iba ciego hasta las orejas, que iba con una bicicleta por los camerinos y era como «¿a este chico qué le pasa?«… Bien no estaba, ya te digo. Se le notaba que estaba agobiado.
GFX.- Ya en los años 90, concretamente en 1997, publicas tu primera novela «Amor, prozac, curiosidad y dudas» que no dejó para nada indiferentes a los lectores y a la crítica, y al año siguiente publicaste «Beatriz y los cuerpos celestes», con el que ganaste el premio Nadal. Has manifestado en alguna ocasión que tenían algo de autobiográficos, ¿es así?.
L.E.- ¡Qué va! Jamás he dicho yo eso. Lo que siempre digo es que escribo de lo que conozco, pero le doy las experiencias a otra persona, pero para nada autobiográficos.
Evidentemente en aquella época yo estaba en el centro del meollo y salía todas las puñeteras noches. Llevaba una vida que me parecía muy normal y al ser joven no me daba cuenta de que aquello no era lo normal, que fuera de mi pequeña burbuja el mundo no era así. Por ejemplo, cuando salí con el traje del premio Nadal, discretito (risas), se montó la de Dios… y es que yo me movía en un mundo de drag queens, que imagina como iban vestidos mis amigos. Claro que una persona escribe de lo que conoce, y eran los ambientes que yo conocía, pero no tenían nada de autobiográficos.
GFX.- Luego llegó el guión de la película «Sobreviviré» (1999), con Alfonso Albacete y David Menkes como directores y un jovencísimo Juan Diego Boto y la magnífica actriz Enma Suarez. ¿Cómo fue esta experiencia?.
L.E.- Fue una experiencia fantástica, nos lo pasamos genial. El problema es que, como funcionó tan bien, enseguida nos pidieron otra y entonces fue cuando nos empezamos a pelear todos (risas). Yo con Alfonso me llevo maravillosamente y con Menkes también, pero luego entre ellos discutían casi como una pareja, ¡que no lo eran!, pero lo normal, todo el día trabajando juntos y surgen los roces.
GFX.- ¿Y qué tal con Juan Diego Boto y Enma Suarez?.
L.E.- Juan Diego Boto era por entonces un chaval muy tímido, un chico muy amable. Es un maravilloso actor, pero recuerdo que ni hablaba durante el rodaje. Y de Enma Suarez lo que me impresionaba era que estabas hablando con ella y empezaban a rodar, y ella de un momento para otro la veías que se metía en el personaje sin ningún esfuerzo, se ponía a llorar o a lo que fuera, era la actriz más rápida que he visto… Porque hay otras que te dicen «tengo que hacer unos ejercicios de concentración»… Ella es una actriz muy rápida, muy natural y muy intuitiva.
GFX.- Vamos a hablar de tu último libro «Por qué el amor nos duele tanto», que por cierto, vamos a decir que se puede adquirir mandando un mail a quieroeselibroya@gmail.com.
L.E.- Pues este último libro es un libro que decidí no sacarlo en editoriales grandes porque toca temas muy complicados, porqué éste sí que tiene una parte autobiográfica que no me apetecía que saliera en un sector que yo no pudiera controlar. Entonces lo saqué en una edición muy pequeña, en plan banco de pruebas y se agotó. Voy a sacar otra edición en breve y lo moveré por Amazón y luego veré lo que hago.
GFX.- ¿De qué trata?
Trata de una historia de maltrato, abuso sexual, acoso y todo lo que puedas imaginar… Cuando he recibido el feedback me he dado cuenta de que es una historia muy actual, pero que la gente no se atreve a contar. De hecho yo no la he contado entera. Las situaciones que hay son reales y no me apetecía llevarlo a una editorial grande porque suelen pedir cambios que no me apetecía hacer; además no me veía teniendo que hacer entrevistas que yo no pudiera controlar. Es un libro muy privado y decidí sacarlo así. Probablemente con otro vuelva a una editorial grande, y sin problema.
GFX.- En todo caso siempre está presente en tus libros ese Universo femenino, ¿consideras que es más interesante que el universo masculino?
L.E.- Esta pregunta no se la han hecho nunca a Arturo Pérez Reverte; que prácticamente todos sus libros están protagonizados por hombres, entonces, ¿si un hombre hace libros protagonizados por hombres no se le hace esa pregunta? Lo encuentro raro.
Primero, tengo un libro donde los protagonistas son sólo chicos: «Lo verdadero es un momento de lo falso», que trata de un grupo de música y allí sí que estaban muchas de mis experiencias trabajando en discográficas, como la de estar a cinco minutos de un concierto y no aparezca el cantante (risas). Pero bueno, volviendo al tema, he hecho otros libros protagonizados por hombres, «El contenido del silencio» también lo protagoniza un hombre y bueno…. Es una pregunta que no la soporto.
GFX.- Oído cocina, vamos a otra cosa. Has manifestado en alguna entrevista que estamos perdiendo muchos valores. Si tuvieras la ocasión de viajar en el tiempo, ¿irías al futuro o al pasado?
L.E.- En mi caso personal iría hacia atrás. Sí, porque en los 80, 90 tenía más referentes en los que moverme, ahora me siento muy perdida. Pero iría hacia atrás con la experiencia que ahora tengo.
GFX.- ¡Sí, claro! eso lo decimos todos (risas).
L.E.- Pues sí, mi vida al menos era mucho más fácil por aquel entonces, por ejemplo; para mí ahora todo va demasiado rápido y todo es demasiado impersonal, y todo es demasiado frío.
GFX.- Al hilo de esto y del Universo Líquido sobre el cual gira el ciclo que hoy inauguras dentro del Club de Debate Fahrenheit 78.8, homenajeando al fallecido Zygmund Bauman en Murcia. ¿Qué te parece todo el mercadeo que gira en torno al amor? Me refiero a las app de citas, redes sociales, etc.
L.E.- Creo que para personalidades narcisistas funciona muy bien, son la gente que está ahí. Todos los que no tenemos personalidad narcisista estamos perdidos. En mi último libro hablo de leones y cebras, pues los que somos cebras estamos perdidos.
Hay una serie de personas que son depredadoras y otras que somos presas, o compradores y productos, según te coloques en una categoría u otra. Es bastante duro, pero hay gente a la que le funciona, y que disfruta con ello, pero yo creo que a los que no tenemos este tipo de personalidad no nos gusta sentirnos un producto.
GFX.- Al hilo de esta última pregunta y con el poco tiempo que tenemos, ya no sé si preguntarte por el amor y la fidelidad. ¿Sigues pensando que no existen?
L.E.- A ver, yo en el amor creo. Tengo una hija, tengo una madre, tengo amigos, pero creo que el amor romántico destruye el amor real, porque si tú entras en una relación de pareja esperando que sea para siempre, si estás poniendo unas expectativas tan altas, no va a funcionar a largo plazo. Nadie va a ser tu mejor amante, tu mejor amigo, tu mejor compañero…. Es imposible a largo plazo. Creo que el amor romántico es una trampa muy grande, para las mujeres sobre todo, en la que nos enseñan a sacrificar mucho por nada. Encima en esta sociedad consumista se crea esa necesidad para que consumas. ¿Qué haces en San Valentín?, pues una cena, una escapada romántica, un regalo; y en esta sociedad el amor romántico se asocia mucho al consumo, a altísimas expectativas, y sobre todo mucho a la belleza. Es decir, el que sea gordo o poco carismático esta fuera del mercado.
Es un mercado en el que todos somos productos y creo que hay gente que lo aguanta y gente que está muy deprimida. Esta mañana hablábamos de cifras de suicidios en adolescentes, y no sabía que eran tal altísimas, y en Murcia precisamente son muy altas, aunque lo traten de ocultar. En EEUU son altísimas, es casi una epidemia y creo que está llegando aquí. Cuando teníamos 14 años sufrías bastante, pero no teníamos Facebook o Instagram, y no teníamos que estar haciéndonos fotos donde tienes que salir monísima con gente juzgándote.
Yo tengo redes sociales porque no me queda más remedio, porque mi trabajo depende de ello, para que un artículo se mueva lo tienes que viralizar. Pero de mi vida privada no subo nada. No verás a mis parejas, o mi habitación, es decir… Hay ciertas zonas de mi vida que no salen. Mi hija sale, pero controladísima, y cada vez menos y en fotos muy particulares. Mi vida privada la oculto bastante, y mis redes son redes que sí pueden tener su parte emocional, por ejemplo, puedo poner «hoy me siento muy feliz», pero no vas a ver quién me hace feliz.

Para adquirir el último libro de Lucía Etxebarria pincha aquí.
Eso de que las mujeres sacrifican mucho por nada en el amor no se lo cree ni ella. Seguramente, para ella, dar cariño a su pareja supone un esfuerzo inconmensurable.
Gracias por tu opinión Sam 😉