La felicidad se mide en gramos y la tristeza en años. Es cuestión de vicio esnifar los tiros que matan la pena.
Siento que la meta es una diana que alcanzamos cuanto menos tiempo estamos en la consciencia del superviviente.
Vivir es calibrarte continuamente.
Concluir es el inicio de un nuevo epitafio.
Nada mejor que un futuro muerto, para construir una nueva vitalidad emergente.
Entre la opresión y la libertad siempre nos quedará ser tormenta. La existencia del caos plagia la experiencia de nuestras vidas. Luchar es un significado allegado a cualquier duda.
La vanidad es el viaje de esa luz, que creemos exclusiva en nosotros, para acabar en un fundido a negro.
Heterogéneo, gregario. El mejor de los resultados al servicio de los sentimientos, es una soledad tan violenta que al quedarte a oscuras; solo seas capaz de sentir rabia… de ver los ojos de un alma muerta.
Entre lo dicho y el dictado que sufrimos, siempre queda un silencio tácito. Nuestra razón ha de ser digna de nuestros pasos, no una instigación a lo realizado por otros.
Distanciarte de la consciencia es justificable, únicamente, si es para disfrutar de los sentimientos más intrínsecos y desaforados. Es la mejor forma de conocer la oscuridad que nos acecha.
Cuando me abate a bocajarro un sentimiento de rendición, me gusta recordarme que solo estoy creciendo. Aún juega dentro de mis entrañas un niño con canicas, con chapas de ciclistas pasando por el bordillo de la acera de mi barrio, como un puerto de subida convertido en meta volante.
Nunca nos neguemos el premio.
Todo lo que deseas hacer y no cumples, queda aletargado para los últimos fotogramas antes de morir.
Buscar a la fuerza la felicidad en cada acto ordinario, es reconocer una memez intrínseca. La inteligencia reside en mantener en balanza el dolor y la felicidad, para de esta manera huir del sufrimiento, o por el contrario entregarnos a el, de manera sobrehumana.
La bondad es lo que empleas cuando te disparan mientras duermes.
La sonrisa es el arma del que despierta herido.
Entre sorpresa e ira anda siempre la paciencia, tú eliges.
Si prometes y olvidas, recuerda que lo que te define es: ignorancia e informalidad. Algo por otra parte imperdonable, en un lenguaje que corre por el mundo hacia delante.
Recibir con honestidad el padecimiento continuo. Cascada de sangre que se desgrana contra el mundo.
Sé noble. A nadie nada más que a ti, le importa la solvencia de tus decisiones.
Imagina que todo lo que sientes no naciera de lo que imaginas… si la locura no fuese doblarle la esquina al raciocinio, cuan aburridos seríamos.
Por eso es mejor mantenerse unido a un deseo que pueda parir mil ideas.
Expresa la ideología a través del pensamiento y obtendrás tu política. Plasma lo que sientes por medio de las letras y así tienes tu poética. Ambas podrán ser mejores o peores, llevar a acuerdos comunes e incluso, sentimientos encontrados hasta con uno mismo. Mas intenta que no sean un arma, si no un medio para avanzar, aunque sea en desacuerdo con el contrario.
Todo se contagia, nosotros elegimos con que.
La opinión sobre tu ideología no es una defensa en discurso, es un derecho inalienable de las emociones que provoca la ilusión por el cambio.
Los silencios suelen tener una intensidad que en ocasiones carece la palabra. Porque callar es un verbo que entra entre las intenciones escritas. En los espacios reservados a las miradas.
Desear lo que el tacto no ha probado, sentir atracción por la mente con la que no has conversado. El imaginario plagia, en alguna ocasión, a una creatividad que no analiza sus gustos reales.
Deletrea el momento. Será la exactitud del recuerdo. Lo conciso para que al pasar por ti de nuevo, sonrías.
Ponle BSO al Estrecho de Bering.

Sobre el autor.
Carlos del Moral nació en Murcia en 1974, estudió Artes Escénicas en la E.S.A.D de la misma ciudad. Actor, con una amplia carrera teatral, desde 1986, lo hemos visto en series españolas como «La que se Avecina», «Familia» o más recientemente «Centro Médico», y actualmente compagina la interpretación con la coproducción y la creación de guiones de La Futura Imagen Sonora, siendo sus últimos trabajos con esta productora «De la Raíz a la Rama», del que es guionista e ideólogo y un largometraje documental centrado en la familia Fernández, músicos oficiales del Cante de las Minas.
Carlos del Moral también tiene su propia Editorial Ediciones Tuertas, por lo que no duda en decir, que ante todo es, tuerto en La Taberna de Frank el Tuerto.
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