Gloria Fuertes, la poeta de la eterna sonrisa, por Juan Tomás Frutos

 

Si hay alguien irrepetible en la literatura contemporánea es Gloria Fuertes. Lo es por muchos motivos, pero me adentro en los personales de varias generaciones de niños: fue su poeta, su gran escribidora, y con el añadido de tener una eterna alma de niña. Nadie como un infante para entender a otro.

Tuvo una infancia complicada, sin juguetes, sin a veces lo elemental, con conflictos por doquier, incluyendo la Guerra Civil. Pronto se le iría su madre, y enseguida tuvo que trabajar con la palabra para ganarse la vida. Por eso aprendió todo y de todo en la faena diaria, pasando hasta direcciones en una máquina alquilada, devorando libros y escribiendo, ante todo, poesía.

Su gran llamada, su ingente vocación, fue la lírica, que eran sencilla, pero también divertida, muy entretenida, con juegos elementales, surrealistas, atractivos, con efectos y afectos que llenaban las almas de los más pequeños, e igualmente de los adultos.

No fue a la Universidad, pero sí enseñó en ella. Ganó numerosos galardones, todos relacionados con su faceta de escritora y, asimismo, con su presencia en la televisión, y, antes que eso, en la radio. RNE y TVE acogieron su voz, su obra y su presencia importante en programas emblemáticos, entre los que descuella “Un globo, dos globos, tres globos”. ¡Parece que fue ayer cuando se emitía!

Fue una niña sin muñecas. No obstante, conservamos una foto de ella precisamente con una. La vida tiene sus paradojas. Le encantaban las motos. Oteamos una estampa conduciendo la famosa vespa. Era una persona libre: eso es lo que encontramos en las fotografías que dan cuenta de algunos señeros instantes existenciales. Por cierto, debemos fijarnos en su perfil y en su mirada: tenían un encanto especial.

Gloria Fuertes, de niña.
Gloria Fuertes, de niña.

Su primer libro de poemas es Isla Ignorada, ya con su estilo peculiar, enlazando palaras e ideas como sólo ella podía hacerlo. Era una suerte de trovera, pero fundamentalmente con un lenguaje infantil, que tan prestamente llegaba a los corazones. Tenía un don especial, como se destaca en el portal de la Fundación que lleva su nombre. Más que especial, era un don único.

Reconocida, valorada

Su gusto por los medios le llevó a participar y a dirigir alguna revista. Su toque de característico humor está presente en la emblemática “La codorniz”, que tantas anécdotas protagonizó. Pese a que su fijación era la literatura infantil, por la que cosechó numerosos premios y reconocimientos, incluso de la Cruz Roja y de Unicef, junto a un desarrollo soberbio, se ganó el respeto y la amistad de poetas de la talla de Antonio Gala, con el que llevó a cabo codo con codo algunos proyectos como la revista Arquero. Sinceramente, este nombre le venía como anillo al dedo: manejó los vocablos con la precisión de una flecha.

Aconsejo vivir hilo, En pie de paz, Sola en la sala son otras de sus obras, con las que obtiene galardones y fama, incluso allende nuestras fronteras. Lo cierto es que son muchas sus creaciones. Fue muy prolija. Nos brindó calidad y cantidad. Era, como ella misma dijo de sí misma, y tomando el título de uno de sus trabajos, una Poeta de Guardia que nos ofertó las más bellas, genuinas y fantásticas letras a través de un género bastante inédito entonces: la poesía infantil.

Una jovencita Gloria Fuertes
Una jovencita Gloria Fuertes

Quiso llegar a los más pequeños. Sabía que son el presente y el futuro. Cuando un niño lleva un libro entre manos, cuando lee, es muy complicado que, de grande, según nos significaba, tome un arma. La paz en la que creía se defendía con el espíritu, con el duende de la cultura. Sabía de lo que hablaba. Había percibido las diferencias en su propio entorno, que tanta fatiga le produjo.

En definitiva, fue un ser excepcional. Se convirtió no en una, sino en Las Tres Reinas Magas, y, a lo largo de su historia personal y profesional, se presentó como Cangura para todo. Efectivamente: todo lo sanaba, todo lo cuidaba, todo lo mudaba para convertirlo en positivo. Es fácil imaginar cuantos niños y niñas avanzaron en la edad con sus textos, que cuidaron de una manera extraordinaria a esa mayoría que se acercó durante décadas a ella, a Gloria Fuertes.

Nació hace ahora un siglo en el simbólico Barrio de Lavapiés, en Madrid. De una familia humilde voló como únicamente saben hacerlo las heroínas. Nos regaló horas y horas impagables de sentimientos de amistad, de decoro, de voluntad, de entrega, de altruismo, de solidaridad, de bondad, de creencia en el prójimo, de colaboración, de apego a los demás, de querencia, de belleza, de magnificencia, de amor por todo, para todos, como máxima expresión.

Por estas razones descriptivas y analíticas que exponemos, Gloria sigue ahí. No olvidemos que, como ella misma dijo, “Mi poesía se parece a mí”. Por eso, con el vasto legado que nos ha reportado, es obvio que subrayemos que nunca se fue: continúa ahí con su bendita sonrisa.

 

Juan Tomás Frutos. Periodista de RTVE
Juan Tomás Frutos. Periodista de RTVE

 

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