Microrrelatos Generación Ficción: “Sin salida”

Señor, se tiene que bajar.

Aquello no era llover, sino llorar. Sí, lloraba el día por Santi, lloraba la vida. El tren le alejaba cada segundo un poco más del que había sido su hogar los últimos doce años; también de Nora, su hija, a la que temía perder para siempre.

¿Señor? Su billete le permite sólo desplazarse dentro del área B1 del extrarradio.

Las deudas con el banco acabarían con todo su patrimonio –el trabajo había caído en picado desde hacía dos años–. La cuenta corriente le permitiría comer cuatro días, cinco a lo sumo. Nada más. Ningún sitio donde dormir, ningún amigo al que acudir.

Por favor, señor, debe usted salir.

Salir, qué fácil era decirlo sin conocer su situación. Cómo decir al revisor que salir era absolutamente inviable. Su cerebro quería decirle que no tenía donde ir y que no se bajaría del tren jamás. Así de simple. Y así de absurdo. Pero los músculos de su cara estaban paralizados. Podrían incluso estarlo si en ese momento cayera un meteorito sobre la vía, porque ya nada importaba. La vida era un inmenso vacío devastador. Porque no había puesto la mano encima a Esther y le había acusado de malos tratos. Había una orden de alejamiento preventiva que Dios sabe cuándo terminaría. Ella, con todo el aparato del Estado a su favor, se había transformado, era otra persona dispuesta a hacerle daño con lo que más quería: Nora.

No, no hay salida. Sólo hay vacío.

NO TE PIERDAS NADA

Entérate de las noticias destacadas

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Comparte en redes sociales

Sobre el autor

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio