–Esa noche me encontraba en la planta de abajo. Oí cómo forzaban la puerta que daba al jardín. Eran dos, uno de ellos armado. Traté de llegar al piso de arriba, donde dormían mi mujer y mis hijos. Los tipos me siguieron, así que decidí a la desesperada lanzarme sobre ellos. Rodamos escaleras abajo. Uno debió romperse el cuello. Al otro se le cayó la pistola y aproveché para cogerla y dispararle. ¿Qué le queda a un hombre para proteger a su familia en una situación así si no es la violencia y jugarse la vida, señoría?
Sabino fue declarado culpable de doble homicidio, con el eximente de actuar en defensa propia. Demasiadas muertes para no ser condenado.
Sin embargo, nadie supo que, cuando Sabino oyó los ruidos en la puerta del jardín, su instinto le dictó esconderse aterrado en una habitación, dejando expuesta a su familia en el piso de arriba. Desde allí pudo ver cómo los tipos comenzaban una absurda discusión mientras subían al piso de arriba que acabó con ellos rodando por las escaleras y produciéndose la muerte de ambos: uno se rompió el cuello; al otro se le disparó la pistola en la boca del estómago.
Demasiado rocambolesco para no ser aprovechado por Sabino, quien prefirió esconder ante todos su cobardía a cambio de pasar unos años en el trullo, activar el debate de lo injusto de las leyes en casos de defensa propia y ser recordado por siempre y por todos como un héroe.
🙂