Microrrelatos Generación Ficción: “Matar en B”

Una iglesia le pareció el lugar más apropiado para encontrarse con las dos personas que le iban a matar.

Era una pareja joven, estudiantes de Psicología. Matar a gente que no tenía agallas para suicidarse les procuraba un dinero con el que pagarse los estudios, además de ofrecerles la posibilidad de estudiar casos de personas en circunstancias mentales extremas. Y, para qué negarlo, matar a placer sin dejar ninguna pista inculpatoria se había convertido en una suerte de juego adrenalínico-intelectual al que ya no podían renunciar.

Me siento culpable. He estafado, he robado, he mentido y he destrozado la vida de todo aquel que se me ha acercado. ¿Me comprendéis, verdad?

Por supuesto –respondió la chica.

¿Cómo lo hacemos?

Hay varias maneras –dijo el chico–. Lo mejor suele ser un tiro en algún lugar solitario. Es rápido, indoloro y limpio. El lugar lo elige usted.

Ya… –dijo con la mirada perdida. De pronto, algo le vino la mente que le sobresaltó–. Por cierto, ¿matar tributa?

Los jóvenes se giraron hacia él con el ceño fruncido.

¿Disculpe?

Que si estáis dados de alta para hacer esto. No sé, al menos como psicólogos. ¿No pensáis emitir factura?

Es una broma, ¿no?

El hombre hizo una respiración profunda y reflexionó unos segundos.

No, así no quiero hacerlo. He estafado demasiado y me siento mal por ello. Quiero irme sin remordimientos.

Los chicos se miraron.

Tenemos un amigo con una clínica veterinaria. ¿Le sirve una factura en concepto de desparasitación o algo así?

…Jóder.

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