Había pensado en ella otra vez el día de su cuarenta cumpleaños. Tenía totalmente claro que, incluso después de doce años sin verla, si se acercaba a ella nunca más se la podría quitar de la mente. Entonces, cuando tenía veintimuchos, consiguió desterrarla de su vida. Era distinto porque él era más joven, no tenía tantos problemas con los que lidiar. No tenía una familia al borde del colapso.
Ahora todas las circunstancias le empujaban –casi le obligaban– a volver a ella: demasiados desencuentros con su esposa, y demasiadas decepciones consigo mismo por sus desatinos como padre. El trabajo era lo que se mantenía como siempre, pero era precisamente eso lo que le pudría las entrañas: que era lo de siempre. La misma actividad absurda y prescindible que consiste en revisar impresos del tipo A4 para la Administración de la Seguridad Social. Menuda ironía, por cierto.
La mente le jugó una mala pasada y olvidó por completo las horas de terapia, lo deteriorado que lo dejaba tras una noche juntos, o cómo la ausencia de ella simplemente lo descomponía. Bajó al bar como si nada para encontrarse con la que estuvo quitándole la vida a borbotones, como la arena que se pierde sin retorno en un reloj de arena que nunca da la vuelta. Por extraño que parezca, no sintió el más mínimo temor: entró al bar pensando en cosas banales, sin conceder la más mínima trascendencia al reencuentro.
–Buenas noches, Julián. ¿Lo de siempre?
–No, ponme una cerveza.
Realizador y guionista.
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DANY CAMPOS. “CREO QUE HAGO CINE POR CHAPLIN, AL QUE CONSIDERO UN GENIO, JUNTO CON ALBERT EINSTEIN”
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increíblemente realista Dany..enhorabuena!!
Gracias, compañero!
Un abrazo!