No imaginaba Loreto que Jason, su marido, se fuera a tomar tan en serio sus palabras:
–Sin duda, tienes el perfil del Hombre 2.0: interés por esa pijada llamada “estilo de vida”, fascinación por la tecnología, un trabajo bien remunerado y estás lo suficientemente aburrido de lo cotidiano como para no saber si viajar a Singapur o apuntarte a un curso de enología.
Jason profundizó en el concepto del Hombre 2.0 visitando todos los blogs que hablaban sobre el particular. Llamó poderosamente su atención la cantidad de chismes inteligentes que habían sido diseñados con conexión a Internet –más allá de los típicos móviles o tabletas–, haciendo visibles aspectos de su vida que hasta ahora habían permanecido ocultos.
Entre varias chorradas de diseño hipermegachachi, compró una silla de trabajo cuyos sensores analizaban su postura, enviaban la información a una base de datos en la nube y diagnosticaban posibles patologías de espalda, avisando cada vez que estaba demasiado tiempo en una misma posición; se hizo con un frigorífico que escaneaba los alimentos, generaba una lista de compra y emitía consejos de consumo calórico; también adquirió una pulsera que medía todas sus constantes vitales. Pero lo que Jason nunca supo fue que Loreto, aprovechando su arrebato tecnológico, se hizo con un reloj que, subrepticiamente conectado por bluetooth a la pulsera de su marido, mediante la interpretación de las constantes vitales que emitía su pulsera, vibraba violentamente cuando él le mentía.
Loreto pidió el divorcio una semana después tras sufrir una dislocación de muñeca.
Realizador y guionista.
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DANY CAMPOS. “CREO QUE HAGO CINE POR CHAPLIN, AL QUE CONSIDERO UN GENIO, JUNTO CON ALBERT EINSTEIN”
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