Sus ojos eran irresistibles como la miel, como su color, como su color miel. Roberto los contemplaba, y sabía que el Universo estaba esperando a que él la besara por primera vez, o de lo contrario sería el fin del espacio-tiempo. Así que lo hizo por el bien del Cosmos, justo cuando en el escenario Los Secretos interpretaban «Ojos de gata», y las luces se iban lo justo para dejar ver lo imprescindible.
Y como en la canción, la chica desconocida se iría al final de la magia, del repertorio de música y besos, de los últimos tragos de alcohol y los sueños casi incumplidos. Fin del concierto y adiós. «Pero allí ya no estaba…»
Y sin embargo quería a María, su pareja y su vida, en esa contradicción que sólo desde el País de la Infidelidad se intenta comprender como algo natural, y que casi se consigue hasta que afloran los celos propios, posesivos y egoístas. María, que había salido esa noche por su cuenta antes de decidir si también acudía al concierto con sus amigas…
Tras despedirse de su amigo Jorge, Roberto leyó el mensaje de su novia: «Al final hemos ido de bares, nos vemos en casa»… Y respiró aliviado, como cuando terminaba su última clase de matemáticas de la semana y escapaba de los murmullos y el alboroto de sus alumnos. Bien, María no lo había pillado con… ¿Aurora? Sí. No obstante, cuando encontró a su chica en casa volvieron los nervios: ella parecía estar seria en la cama.
–Estoy cansada, hasta mañana.
Pero sólo era su imaginación. En el techo, Roberto intentó dibujar e hilvanar razonamientos lógicos e incluso matemáticos. Mantén la calma, piensa con objetividad. ¿Y si María había mentido y había estado en el concierto? Pues dividamos el presunto drama en sucesos simples, y asignémosle a cada uno un 50% de probabilidad estimada de que se hubiera producido realmente. En total, se precisaban 7 sucesos consecutivos para conducir al drama:
- María había decidido ir al concierto
- María no lo había avisado de que se dirigía allí
- María lo había visto a él
- Él no la había visto a ella
- María lo había pillado besando a la chica
- María no se había acercado a ellos
- María había mentido sobre su paradero
En probabilidad, los sucesos consecutivos se multiplican. Si cada uno tiene un 50% de posibilidades de ocurrir, su tanto por uno es 0,5. Por tanto, para calcular la probabilidad de que se hubieran producido los 7:
0,57 = 0,0078 => 0,0078 x 100 = 0,78%
Había un minúsculo 0,78% de probabilidades de que María lo hubiera pillado con Aurora y no se lo hubiera dicho. Con ese alivio matemático en la cabeza, Roberto se durmió tranquilo. Pero como en la canción, sólo visualizaba a Aurora “y soñó con sus ojos de gata…”
Antes de que saliera el Sol, descubrió sus propias maletas hechas junto a la puerta.
Y también se descubrió a sí mismo. En realidad, en lo más profundo de su mar, anhelaba volver a ver a Aurora, mucho más que reparar su relación con María, que ya no era de amor. Lo llamaba la aventura, lo desconocido que parecía conocer, superar ese miedo que siempre le había impedido desafiar lo establecido y cambiar de vida, apostar por sus sueños, viajar a su propio mundo; haberse citado con Aurora, que parecía tan especial… Y ahora nunca la volvería a ver. «Y no amanece», habían cantado Los Secretos.
Derrotado, encontró en el suelo su ropa del concierto y se vistió. Bajó las maletas a su coche, y se sentó en una terraza a tomar un zumo y una tostada con aceite. Al menos se había liberado, ya sabía la vida que quería: la de la libertad y la valentía. Sólo le faltaba la luz del Sol…
Cuando fue a pagar su desayuno, la probabilidad volvió a jugar con él. En el bolsillo trasero de su pantalón, encontró un papel, donde se leían en letra femenina un número de teléfono y un nombre: Aurora. Y entonces amaneció.
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