Es importante que prestes atención a lo que sigue, fundamentalmente si llevas viviendo ya un tiempo con tu pareja, y a veces se te pasa por la cabeza que quizás puedas tener un problema de deseo. Si por suerte no te ves identificada con lo anterior, te recomiendo que sigas leyendo, más todavía si tienes planes de convivencia con tu pareja, porque tarde o temprano ocurrirá, y puede servirte para evitar futuros malentendidos.
Hasta hace pocos años se referían a la Respuesta sexual femenina como idéntica a la del hombre, primero Masters y Johnson, con su modelo lineal en 1966, y más tarde Kaplan modificándolo en 1979, básicamente lo resumían así:
Deseo ► excitación ► orgasmo ► resolución

Este planteamiento viene a decir que antes de tener un encuentro sexual aparece el deseo que motiva al acercamiento, dicho así tiene su lógica.
Pero lamentablemente esto no ocurre necesariamente así en las mujeres, ya que las mujeres suelen sentir ese deseo en el inicio de la relación, generalmente durante los primeros años, cuando la novedad es un factor clave y las ganas anticipatorias funcionan de manera parecida al hombre.
Pasado ese inicio de relación, o lo que es lo mismo, ese enamoramiento, este planteamiento ya no se ajusta a la realidad porque no necesariamente sentimos ese deseo a priori.
¿Pero entonces qué es lo que motiva que una mujer quiera tener sexo pasados unos años?
El componente emocional de la relación, el sentimiento de querer conectar e intimar con la pareja, y ya no tanto el impulso erótico.
Y es que las mujeres que llevamos ya un tiempo conviviendo, solemos acostarnos con nuestras parejas no necesariamente motivadas por un deseo carnal previo, lo cual no quiere decir que no podamos experimentar esas ganas anticipatorias de forma espontánea, cuando nos excita lo que vemos, escuchamos, imaginamos, nos proponen, nos hacen. Pero lo usual es iniciar el encuentro desde un estado neutral, motivadas por el compartir con nuestra pareja, y recibir. A veces solo por complacer a nuestra pareja, o por aumentar nuestro bienestar y autoestima, abarcando desde sentirnos deseadas, atractivas, o calmando nuestra culpabilidad por no haber atendido sexualmente a nuestro querido durante demasiado tiempo.
Una vez iniciado el encuentro, nuestra disposición a gozar es lo que hace que nos metamos en la historia, nos concentremos en lo que recibimos y nos excitemos, apareciendo entonces el deseo sexual.
La satisfacción sexual que nos genere ese encuentro, independientemente de haber tenido orgasmo o no, reforzará nuestra intimidad con nuestra pareja y condicionará nuestras ganas de repetir la próxima vez. Por el contrario, si no conseguimos esa recompensa física, o emocional, la probabilidad de querer repetir la próxima vez se verá mermada.
Muchas mujeres han sido diagnosticadas como disfuncionales cuando en realidad no lo son, simplemente porque su deseo no se asemeja al de su pareja, al de las películas, o incluso al de ellas mismas al inicio de la relación.
Mujeres del mundo: si os encontráis bien con vuestra pareja, la falta de deseo no tiene por qué frenaros para iniciar un encuentro, porque una vez metidas en el papel podéis gozar como la que más.

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Articulo del culo vago y sin interés