Peina canas, y piensa que ya es hora de hacer recuento, y que mejor manera que hacerlo, de fotogramas.
RADIOGRAFÍA DE UN SER HUMANO, con el patrocinio de la revista GENERACIÓN FÉNIX, pretende ser una exposición de sentidos, los del espectador y la de Karlos, dos caras de la misma moneda, en un mismo carrete. Muy pronto, la tendremos en Murcia, su ciudad natal y su cordón umbilical con el suelo.
Se trata de fotogramas cogidos al vuelo con la mirada, tras el objetivo de su “fusil personal” e intransferible.
Paisajes de toda una vida, escalones donde permanecer vivo entre tanta rutina. Su único objetivo, permanecer vivo, indagando en la psicología humana viva, entre tanto esperpento.
Transgresor autoritario y sobre todo autodidacta, equivocado o no, pero aprendiz de lo observado, intuido e imaginado. Dicen que lo vivido provoca que la intuición adelante el retraso humano. Optimista a pesar de todo.
-Apuesta por el ser humano ¿Por qué?
-Por tres razones la primera, porque cualquiera necesita saber que para ser alguien en esta vida, debe querer y ser querido; la segunda, porque alguien tiene que estar fuera de la mafia y hacer el trabajo limpio y tercera, porque como dice Silvio Rodríguez, el sueño se hace a mano y sin permiso.
-Y usted, ¿qué valores defiende?
-Esos mismos. Estoy ayudándome para ayudar, para que la gente de alrededor, cada vez menos número y más cercana, por culpa de mi experiencia, ya tengo canas de 50, aprenda a quedarse en este mundo, y a sonreírle a un trozo de vida, porque eso es lo que tenemos, un trozo de pastel y poco tiempo para disfrutarlo
Solo creo en la verdad como moneda de cambio, aunque a veces me cueste dinero, practicarla. La rutina y lo mediocre es vampiro de nosotros, y nos mastica partes sustanciales.
-¿Qué cosas le preocupan de lo que le rodea?
-El hambre, la avaricia, la indiferencia, la ignorancia, la violencia…, pero sobre todo me preocupa, la lentitud que le provoca a mi cerebro, saber que existe eso, antes me motivaba ser profesor del resto, hoy el resto que no me suma está fuera de mis objetivos. Estoy en una adultez adulterada.
-¿De qué nos salva el amor?
-De ver Sálvame, Gran Hermano, Supervivientes incluso el Telediario. Yo pensaba que lo que las personas podían llegar a hacer tenía un límite, ahora pienso que con los estímulos adecuados, se es capaz de cualquier cosa.
El amor lo puede todo, hizo renacer el Ave Fénix. A Hiroshima después la depredación de unos enajenados, a Indonesia, después de un Tsunami, a Europa, después de la barbarie de una mente “inhumana”.
-¿Del ser humano se aprende?
Se puede. Lo mejor que he aprendido en esta vida es abrazar y besar. Amo la locura de estar cuerdo, para lograr intuir lo que saco en mi fotografía. Llegar a ese punto donde no confundir la basura con la belleza.
Llámame loco, pero aún creo en el ser humano, sobre todo en los semejantes a mí (soy humilde y egoísta a la vez), me tengo en alta estima, o creo al menos en su radiografía.
-¿A que está dispuesto?
No estoy dispuesto a morir sin haber vivido. Y en cada imagen de mente, o de fotograma, estoy vivo. No estoy dispuesto a perder el tiempo
-¿Que le preocupa del ser humano, hoy?
Nos veo demasiado acomodados en la incomodidad. El ser humano solo necesita una cosa, salud para poder amar más y mejor, la amistad y el amor, te cuidan hasta de ti mismo, sobre todo cuando hace frío.
Me gusta lo incómodo, lo diferente se me hace placentero, me ama no me ama, estar todos los días deshojando mi propia margarita.
Nada exceptuando, los banqueros y los políticos ni ellos creen en sí mismos, sobre todo tengo miedo de estos últimos. Necesitamos de ellos porque la mayoría de los ciudadanos les avalamos con nuestro voto como impulsores de la convivencia. Quizás algún día tomen conciencia del papel que deben.
-¿Defina la vida en tres fotogramas?
Sentir, vivir y amar. En todas mis fotografías, conjugo los tres verbos. Con ellas, solo quiero transmitir lo que capté, hacerlo presente y un cordón umbilical para la gente con receptividad.
Soy un niño de 50, con las ideas bastante claras en un barco de dos remos, duda y certeza, que quiere seguir fotografiando la vida, a veces hasta con cámara.