Vuelve, a casa vuelve, por Navidad
Si recuerdas estos anuncios no te escapas, perteneces a esta generación. Reconoce que aún se te pone el nudo en la garganta cuando suena la canción del «El Almedro», y que cuando alguien nuevo llega a la oficina resuena en tu cabeza aquel pegadizo jingle de «tenemos chica nueva en la oficina, que se llama Farala y es divina», y bueno, siempre que algo te sucede por primera vez, que aún quedan cosas nuevas por descubrir…, canturreas absurdamente aquello de , «mi primera colonia, chispas».
Entonces las Navidades comenzaban el mismo 22 de diciembre con los cánticos de «los niños de San Ildefonso» resonando por toda la casa desde el viejo transistor que presidía la cocina, mientras tu madre preparaba los primeros dulces de Navidad, cordiales, polvorones, mantecados…, entonces sí que era oficial, y no como ahora, que se nos junta la Pascua con Halloween, y este con las vacaciones de agosto.
Esperábamos con expectación a ver quien sería el famoso que participaría ese año en el anuncio de Freixenet; firma que hoy en día sigue intentando sorprendernos cada año, y que éste ha apostado por hacernos sentir españoles por encima de todo, que todo sea por «la pela», no nos vayamos a confundir.
¿Y la ilusión que nos hacía escribir la carta a los Reyes Magos?.
Teníamos que esperar pacientes a que llegara el 6 de enero, hasta que llegó un señor orondo, vestido de rojo, con un ridículo ¡ho ho ho!, que se fue cargando a sus queridas majestades de oriente. ¿Cómo les explicamos a nuestros hijos que la magia de la Navidad, algo tan único y especial, ahora se la disputan tres señores en camello y un señor con barba y una botella de coca-cola en la mano?, ¡vamos, que no cuela!.
Aquí os dejamos un vídeo con algunos de nuestros juguetes, para que redactéis vuestra particular carta.
Ahora somos nosotros los padres, y tenemos que hacer todo lo posible para que nuestros pequeños sigan manteniendo la ilusión, aunque cada año nos lo pongan más difícil.
Para que nos resulte un poco más fácil ¿que os parece si recordamos aquellos maravillosos finales de las películas ochenteras?, como el tan repetido de «Los fantasmas atacan al jefe». Si aún te emocionas, aunque sea un poquito con estos ñoños finales, es que aún ten queda un poquito a lo que agarrarte.
Al final todo se repite, y volvemos a maldecir las dichosas fiestas navideñas, pero luego miramos hacia arriba y vemos de nuevo las luces serpenteando en las calles transitadas de gente, y nos viene el aroma de un puesto de castañas recién asadas. Llegamos a casa y sacamos del fondo del armario los adornos de Navidades pasadas, nos quedamos embobados mirando nuestro propio reflejo en el cristal de una bola roja del árbol de Navidad, hasta que una voz infantil, que nos recuerda al niño que un día fuimos, nos hace despertar de ese letargo y nos recuerda que ahora los padres somos nosotros, y que tenemos que mantener el legado de la magia de la Navidad, pues al menos por unos días, nos hace ser mejores y nos brinda la oportunidad de volver a ser niños.
Feliz Navidad.
