Hubo un tiempo en el que se pensaba que la eyaculación retardada era un síndrome poco frecuente, pero lo que sí es verdad que en la actualidad han aumentado los casos de pacientes que acuden a consulta sexológica por ésta razón.
La podemos definir como una inhibición específica del reflejo eyaculador. La eyaculación se encuentra bloqueada de forma selectiva, mientras que la erección en muchas ocasiones permanece intacta. Estos hombres responden a estímulos sexuales con sentimientos eróticos y una erección firme, pero son incapaces de eyacular aunque lo deseen y aunque reciban una estimulación suficiente como para disparar el reflejo orgásmico.
La gravedad de la sintomatología en los casos de la eyaculación retardada varía considerablemente de un paciente a otro. En la variante más suave, puede ocurrir ésta inhibición sólo en situaciones ansiógenas específicas, bien cuando el acto sexual sea con una mujer determinada, o bien en situaciones que evoquen sentimientos de culpabilidad o conflicto, y sí eyacular perfectamente cuando es una mujer más deseable, o en situaciones dónde no exista ninguna ansiedad.
Las situaciones más habituales son que ésta inhibición ocurra de forma más global y le imposibiliten llegar al orgasmo durante el coito sexual, a pesar de toda clase de intentos por conseguirlo. Son muchas las estrategias que utilizan los hombres para intentar eyacular pero aún prolongando el coito durante una hora, teniendo toda clase de fantasías sexuales, bebiendo o incluso consumiendo drogas, no sirva de nada. Sin embargo puede darse el caso de que éstos pacientes eyaculen sin ninguna dificultada con la estimulación manual u oral por parte de su pareja.
Un nivel un poco más complejo de ésta inhibición se daría en el caso de hombres que no pudiesen eyacular en presencia de una mujer y tienen que abandonar el dormitorio para masturbarse y aliviar así la tensión sexual. Muchos de ellos directamente evitan el contacto sexual y se dedica a masturbarse exclusivamente. Los casos más extremos de eyaculadores retardados son aquellos que no han experimentado nunca una eyaculación, pero afortunadamente son de los casos más raros en la clínica.
Reacción ante la eyaculación retardada:
Existe el mito de que, la mujer tarda más en alcanzar el orgasmo, el hecho de que su pareja tarde mucho en eyacular jamás puede ser motivo de queja por parte de ella, sino que en todo caso la coloca en una posición de envidia por parte de otras mujeres. Nada más lejos de la verdad: la mujer se suele sentir tan afectada por esta disfunción sexual como por cualquier otra y tiende de una manera obsesiva a interpretar el problema del hombre como un rechazo personal hacia ella. Algunos eyaculadores retardados, como también algunas mujeres con dificultades para llegar al orgasmo, simulan el orgasmo a fin de evitar la dolorosa revelación de su incapacidad. A veces, en éstos casos, un chequeo medico que intentaba identificar los factores responsables de la esterilidad de una pareja reveló como causa de la infertilidad una incapacidad eyaculatoria insospechada, precisamente por ese fingimiento de la eyaculación por parte del varón.
Causas físicas:
A diferencia de la disfunción eréctil, que muchas veces tienen componentes orgánicos, son pocas las enfermedades físicas que juegan un papel específico en la etiología de los trastornos de la eyaculación. Las condiciones que deprimen el nivel de andrógenos suelen afectar a todos los componentes de la respuesta sexual, incluida la libido, sin interferir selectivamente en la eyaculación. La diabetes no detectada, la causa física más común de la disfunción eréctil, puede también trastornar la eyaculación, pero parece que bloquea el mecanismo de erección con mayor o por lo menos igual intensidad, por la tanto estaríamos ante un caso de problemas de erección y no de eyaculación retardada.
El uso de ciertas drogas que alteran el mecanismo adrenérgico del sistema nervioso simpático que controla la fase de emisión de la eyaculación puede interferir con ésta función. También pueden influir algunas drogas antihipertensivas. Cualquier enfermedad que destruya alguna parte del aparato neurológico al servicio de la eyaculación bloqueará ésta función. Es decir, la percepción sensorial táctil del pene, las vías nerviosas autónomas y los centros del reflejo de eyaculación en la médula espinal deben hallarse intactos para un buen funcionamiento de la eyaculación.
Los casos de eyaculación retardada debidos a causas orgánicas son muy raros. No obstante el sexólogo debe mantenerse alerta ante ésta posibilidad, aún cuando los síntomas del paciente puedan explicarse fácilmente por sus antecedentes psicosexuales, relaciones conyugales, etc.
Causas psicológicas:
La mayoría de las veces las causas se deben a aspectos psicológicos que casi en su totalidad escapan del control de la persona. Se puede dar el caso que el problema de la eyaculación retardada aparezca como un síntoma de la relación conflictiva entre los miembros de la pareja. Por lo general, la pareja no es consciente de las fuerzas destructoras que presiden sus interacciones, ni tampoco de los efectos patogénicos de sus interacciones sobre sus respuestas sexuales. Es tarea del terapeuta alentar esa consciencia y modificar esas interacciones destructivas siempre que existan realmente.
Si la relación que exista con la pareja puede ser el detonante del problema eyaculador, la ausencia de ésta por una ruptura puede desembocar también en la misma sintomatología. Tras una pérdida y al iniciar de nuevo el hombre su andadura sexual con otras personas es cuando aparece el problema, a veces incluso, sin haber tenido episodios de eyaculación retardada en el pasado.
En otros casos es la historia del paciente la que revela que fue un acontecimiento traumático específico lo que provocó la aparición del problema. En estos casos, la respuesta eyaculatoria queda inhibida al asociarse con estos acontecimientos dolorosos, vergonzosos o humillantes. Como acontecimiento traumático puede darse el caso del marido que sorprende a su mujer siéndole infiel, o el hecho de que el paciente fuese sorprendido por una figura de autoridad en medio del acto sexual o masturbándose, con el consiguiente castigo por su “mala” conducta. Una educación religiosa severa puede engendrar sentimientos de culpabilidad sexual, ya que el sexo en sí no es visto como disfrute, sino como procreador, por lo tanto cualquier connotación de placer fuera del matrimonio o con uno mismo, queda relegada a lo sucio, al pecado o a la mala conducta.
El objetivo del tratamiento en todos estos trastornos psicosomáticos consiste en extinguir el proceso inhibidor, ya sea mediante terapia individual o de pareja, según sea la causa debida a factores propios de la historia del paciente o debidos a la interacción que se da en el seno de la pareja. Básicamente se trata de que el paciente ahonde en sus temores irracionales, recuerdos traumáticos y/o interacciones destructivas que estén reforzando en ese momento su inhibición e instaurar una dinámica sexual que le permita disfrutar y sentirse bien consigo mismo, eliminando todo tipo de síntomas ansiógenos.
Sandra Sánchez Villegas
Psicóloga y especialista en Sexología y Pareja.
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